17 agosto, 2007

En las entrañas de Roma®

El “arte” de los primeros cristianos
Bajo el sol matinal, Roma, la eterna, brilla con sus pasadas glorias. Las cúpulas de las iglesias, el rumor de sus fuentes barrocas, los vestigios aun soberbios de la época imperial, los antiguos puentes, se despliegan para el asombrado caminante con una magnificencia inagotable. Pero hay otra Roma, oculta, llena de misterio, que se extiende como una inmensa telaraña por debajo de sus cimientos. Es la Roma de las .
Plano muy sumario de las catacumbas romanas.
La historia:
Estos antiguos cementerios fueron utilizados desde tiempos muy remotos. Dado que la ley romana prohibía la construcción de cementerios dentro de la ciudad, los de los primeros tiempos, al igual que los hebreos y algunos romanos paganos, para evitar ser cremados o depositados en una fosa común, comenzaron a excavar estas galerías subterráneas. La nueva fe se había expandido, llegando hasta Roma, sobre todo entre gente sencilla y pobre. Pero también había entre sus miembros gente que pertenecía a las legiones militares e integrantes del patriciado romano y la nobleza. De este sector social provino la ayuda económica para solventar los gastos que demandaban los numerosos enterramientos.
El subsuelo de la ciudad está constituido por una toba porosa, fácil de excavar pero muy firme, que permitió el paulatino crecimiento de estos cementerios subterráneos. Las primeras galerías se construyeron en terrenos pertenecientes a estas familias pudientes, dado el temor de los cristianos, que vivían en un medio hostil, peligroso, y cuyas propiedades podían ser confiscadas. Las familias acomodadas tenían sus propias catacumbas y estaban protegidas por el Derecho Privado. Por esa razón al principio, muchas de estas galerías, llevaban el nombre de esos propietarios. Los primeros enterramientos comenzaron durante el siglo II de la era cristiana, y se extendieron hasta el siglo V. En el siglo III los cristianos comenzaron a unirse en confraternidades funerarias para proveer a sus propias sepulturas, la “confraternidad de los pobres” (collegia pauperum), protegiendo sus sepulcros con el Derecho Común. En esta época los cementerios se ampliaron y muchos dejaron de llevar el nombre del primitivo dueño tomando el nombre de algún mártir allí venerado, o el nombre del papa que realizara las tareas de ampliación. Pero a partir de la Paz de la Iglesia, luego que Constantino dictara su Edicto de Tolerancia, (año 313 d. C.), los cristianos continuaron yendo a las catacumbas, pero esta vez para venerar las reliquias de los santos y mártires sepultados en el lugar. Ya en el siglo IV se hizo cada vez más frecuente que los despojos de los mártires fueran llevados y depositados en las iglesias que se habían empezado a levantar en la ciudad cuando, a partir de las disposiciones del emperador Teodosio (año 380), la religión cristiana se constituyó en la religión oficial del Imperio. Los papas habían hecho trasladar las reliquias de santos y mártires por razones de seguridad, dado el peligro que significaban las incursiones de los bárbaros en la misma Roma. A principios del siglo III el papa Ceferino estableció en la catacumba de San Calixto el cementerio oficial de la Iglesia Romana, debajo de la Vía Appia, en lo que se llamó la Cripta de los Papas. En ese lugar se encontraron los restos de 14 papas, y durante mucho tiempo fue lugar de veneración y meta de peregrinaciones.
Cuando ya no quedaron en el lugar restos de mártires, las catacumbas dejaron de ser frecuentadas, al menos en su gran mayoría. Finalmente, algunos derrumbes y el crecimiento de la vegetación, las fueron ocultando en forma paulatina hasta hacerlas casi desaparecer. En el siglo XVI, Antonio Bosio (1575-1629), llamado el “Cristóbal Colón” de las catacumbas, comenzó una investigación sistemática de las mismas. Lamentablemente también comenzaron los expolios de mármoles y objetos valiosos. Bosio llegó a individualizar unas 30 catacumbas. Recién en el siglo XIX, y gracias al arqueólogo Giovan Battista De Rossi (1822-1894), considerado el padre y fundador de la Arqueología Cristiana, (en especial a partir de la excavación de la catacumba de San Calixto) y con la institución de la Comisión Pontificia de Arqueología Sacra (en 1852), la exploración se hizo sistemática, y los hallazgos fueron analizados científicamente y valorados en su justa medida. Desde entonces las catacumbas son permanentemente recorridas por visitantes de todo el mundo.
Descripción:

Catacumba de San Calixto. Galería con lóculos.
Llegaron a identificarse hasta 60 catacumbas en Roma y, según cálculos aproximados, habría cerca de 900 km de galerías. Existen también catacumbas en otras ciudades italianas, como Nápoles y Siracusa, y en países como Francia, España, Alemania, Hungría y ciudades del continente africano. Pero las más importantes, tanto en extensión como en riqueza documental, son las de la ciudad de Roma.
Algunas de estas galerías son muy extensas y ramificadas. La más antigua es la catacumba de Priscilla, en la vía Salaria. La de San Calixto, por ejemplo, tiene un recorrido de 10 km, y su altura en algunos lugares tiene 5 niveles de galerías. Las primeras excavaciones con fines de enterramiento se realizaron formando una galería (ambulacra), a cuyos lados se perforaron nichos (loculi) de forma cúbica, en los que los cuerpos eran colocados, a veces hasta 2 ó 3 en un mismo lugar. Los cadáveres eran envueltos con una sábana o lienzo, imitando la inhumación de Jesús, ya que los cristianos no aceptaban la cremación. El lugar era cubierto luego con una placa de piedra o mármol (la tabula), aunque la mayoría de las veces esta placa era de terracota, y era sellada luego con argamasa. En algunos casos, sobre ella era grabado el nombre del difunto (el titulus), tal vez la fecha de su fallecimiento y alguna advocación religiosa. Muchas veces estas inscripciones eran acompañadas por símbolos tallados muy sencillamente, del repertorio de la nueva iconografía, y constituyen un verdadero compendio de la primera epigrafía cristiana. Si el sepultado era un mártir, sobre la losa sepulcral se colocaba el solemne título de Mártyr, a veces abreviado con las letras MR, o simplemente con una M. La palabra mártir proviene del griego mártyres, y significa “testigo”. En estas losas no se colocaban advocaciones religiosas porque habría sido una redundancia. Por haber muerto defendiendo su fe, se consideraba que ya estaban en el Cielo, al lado de Cristo, es decir que ya eran santos.
Arcosolio. Catacumba en Via Latina.
Cuando se hizo necesario aumentar los lugares de enterramiento, y como el suelo lo permitía fácilmente, las galerías continuaron excavándose hacia abajo, mientras se seguían abriendo los nichos a los costados de las galerías, al mismo tiempo que se extendían ramificándose. Por esta razón las sepulturas más antiguas son aquellas más elevadas. En algunos lugares la galería se abre formando un espacio mayor, en una de cuyas paredes se levanta un arco. Estos recintos, llamados arcosolio, estaban destinados a grupos familiares o a corporaciones, pero también se agrupaban a veces los nichos y sarcófagos de algunos obispos y santos mártires. En las paredes y en el arco se realizaban pinturas al fresco con elementos de la nueva iconografía. Tanto en los nichos como en los arcosolios se colocaban lámparas votivas, ya sea para señalar el lugar como para iluminarlo, así como vasijas de terracota con aceites o perfumes. Los cubículos eran pequeños ambientes que albergaban a varios miembros de una misma familia, ubicados en loculi. En la época del papa San Dámaso (siglo IV) muchas tumbas de mártires fueron transformadas en criptas, y allí se realizaban ceremonias religiosas en su homenaje. Estas criptas estaban bellamente decoradas con frescos, mosaicos o relieves, que referían a la importancia y sacralidad del lugar.

Las galerías, algunas criptas y arcosolios, contaban con lucernarios. Estos huecos realizados en la bóveda habían servido para extraer el material durante la excavación, y sirvieron luego a los efectos de permitir una cierta iluminación así como ventilación.
La palabra “catacumba” (también de origen griego) que significa cavidad, hacía alusión a una cuenca o cavidad, una cantera cercana a la Vía Appia, que se había formado por la extracción de bloques de toba, llamada “Ad catacumbas”. Próxima a dicha cavidad se excavó posteriormente la catacumba de San Sebastián.
Funciones:
Los primeros cristianos vivían en comunidad, tal como Jesús les había enseñado, pero también para protegerse, ayudarse mutuamente y resguardarse. El hecho de compartir la última morada a la espera de la prometida resurrección de los cuerpos formaba parte del mismo espíritu comunitario. La palabra “cementerio” proviene del griego, y significa “lugar de descanso”. Las catacumbas eran así como inmensos “dormitorios”, lugares de reposo eterno de los cuerpos, uniéndolos también en el inicio de “la otra vida”.
La primera y más importante función de las catacumbas fue, entonces, la de servir de lugar de enterramiento para los primeros cristianos, tal como lo había sido también para los hebreos y para aquellos que no aceptaban la cremación o ser depositados en una fosa común. Pero eran también los lugares en los que se realizaban los rituales fúnebres de los que morían. En los arcosolios y en las criptas, lugares destinados por lo general a los santos mártires y a los papas, se realizaban ceremonias religiosas no sólo cuando eran inhumados sino también en los aniversarios de su muerte.
Cuando cesaron las persecuciones (año 313, Edicto de Tolerancia, de Constantino) y el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano (con el emperador Teodosio I, el Grande), las catacumbas continuaron funcionando como cementerios subterráneos, hasta principios del siglo V. Pero estos cementerios siguieron siendo también lugar de peregrinación para creyentes cristianos que venían desde los lugares más alejados para visitar y honrar los restos de los mártires allí sepultados. Recién cuando a mediados del siglo VIII las reliquias de los mártires, santos y obispos comenzaron a estar en peligro (los bárbaros habían saqueado y destruido monumentos y lugares valiosos de la ciudad de Roma, incluyendo catacumbas), y los papas ordenaron retirar definitivamente las reliquias y trasladarlas a las diferentes iglesias erigidas dentro de las murallas de la ciudad, las catacumbas dejaron de ser visitadas. Solamente continuaron abiertas las de San Sebastián, de San Lorenzo y de San Pancracio.
En el presente, son el mejor testimonio de las formas de vivir y de morir de los primeros creyentes de la fe cristiana, y uno de los documentos más valiosos de los inicios del cristianismo en Roma.
El arte de las catacumbas:
Sería inapropiado considerar el valor estético de estos testimonios encontrados en las catacumbas si sólo se toma en cuenta el moderno concepto de “arte”, en el cual prima la búsqueda de la expresión y el goce estético. Pero el arte ha tenido y tiene otras funciones, y la mayoría de las expresiones hoy llamadas “artísticas” a lo largo de la historia del hombre han expresado y han sido creadas con diferentes finalidades. Haciendo entonces esta salvedad, podría decirse que el “arte cristiano primitivo” es el que corresponde a las manifestaciones encontradas en las catacumbas y que comienzan durante el II siglo de la era cristiana. Tiene características propias, muy diferentes a las realizadas por el llamado Arte Paleocristiano o Arte Triunfal, que comienza a partir del siglo IV y se extiende hasta, aproximadamente, el siglo VI. El Arte Triunfal comenzó cuando el cristianismo dejó de estar perseguido y los cristianos pudieron no sólo manifestarse libremente, sino reunirse abiertamente y erigir sus templos para el culto. Allí comenzó el desarrollo de la arquitectura con la construcción de grandes basílicas: San Pedro, Santa María la Mayor, San Pablo, San Lorenzo, San Sebastián, por ejemplo. Es muy difícil establecer cuándo finalizó el “arte cristiano primitivo”, ya que coexistió con el “arte paleocristiano” durante un tiempo. Sería quizá más apropiado hablar de “arte de las catacumbas” para diferenciarlo del “arte basilical”, teniendo en cuenta no sólo fechas sino obras, realizadores y finalidades. En cuanto al “estilo”, el arte de las catacumbas es heredero de lo que se conoce como “arte plebeyo”, mientras que el “arte basilical” está más relacionado con el arte oficial.
El Arte Cristiano primitivo comprende el repertorio de signos y símbolos de las lápidas sepulcrales, así como las pinturas, los relieves y los mosaicos realizados en las paredes de criptas y arcosolios, o en los sarcófagos.
Primeros signos y símbolos:
Los signos y símbolos tallados en las lápidas constituyen un repertorio que va desde el uso de letras hasta figuras muy sumarias. La tendencia hacia la abstracción, tan característica de aquellas manifestaciones ligadas a la espiritualidad o a culturas teocéntricas, se expresa, por ejemplo, en el uso de letras griegas, el Alfa y el Omega, como símbolos de Cristo, el comienzo y el fin de todo; las letras P y X entrelazadas formando el monograma de Cristo (el crismón); el pez, y figuras simbólicas, como el ancla, la paloma con una rama en el pico, el pan y los peces, Estos signos y símbolos también servían a los efectos de reconocimiento y preservación en medio de una sociedad hostil. No olvidemos que los cristianos no sólo eran rechazados por los romanos paganos, sino que se los consideraba sospechosos, se los acusaba de crímenes horrendos, se los perseguía, encarcelaba, desterraba, torturaba y mataba. Por lo tanto, siendo las catacumbas lugares muy conocidos por los romanos, era necesario mantener el secreto para no ser identificados.

Lápida de Alejandra. Museo Pío Cristiano.
El ancla es la figura más antigua utilizada en las inscripciones de las lápidas y simboliza la redención, el elemento al cual debe aferrarse el cristiano para obtener su salvación. Algunas veces el ancla aparece formada en su base por dos peces (símbolo de Cristo), con lo cual el significado se enriquece con el agregado de “la esperanza puesta en Cristo Redentor”. El ancla también representa la Iglesia como institución, a través de la cual la salvación se hace posible.
El que le sigue en antigüedad es la paloma. Forma parte de los símbolos tomados de la animalística (como el pez, el pavo, el cordero, etc.). Si se la muestra con un ramito en el pico, simboliza el comienzo de una nueva vida (la vida eterna), luego de finalizado el castigo, y la idea de Redención que encarna Cristo. Recuerda el episodio bíblico del Diluvio Universal cuando Noé envió a una paloma para comprobar si las aguas habían descendido, y la paloma regresó con un ramito de olivo en el pico corroborando el final del diluvio. Si es blanca, su símbolo es la pureza, porque recuerda el Bautismo de Cristo y la presencia del Espíritu Santo, representado siempre como una paloma blanca. Pero también puede simbolizar al alma que va al cielo y que, como ella, deberá ser pura.

con peces y ancla. Catacumba de Domitila. Epitafio de Antonia.
El pez también es una figura cargada de significados. En principio, la palabra es un acróstico ya que en griego, pez (ichtus), está formada por el comienzo de las palabras Jesús-Cristo-Hijo de Dios-Salvador. Por esa razón muchos cristianos se identificaban secretamente entre ellos llevando un colgante con la figura de un pez. Pero si está acompañado por un cesto con panes, es el símbolo de la Eucaristía, el alimento espiritual. Recuerda el episodio relatado en el Evangelio cuando Jesús, luego del Sermón de la Montaña, alimentó a la multitud que lo había seguido y escuchado mediante el milagro de la multiplicación de los panes y los peces.
La oveja simboliza a los fieles, ellos constituyen el rebaño del cual Cristo es el pastor. Si se encuentra siendo portada en los hombros del Buen Pastor, entonces es la oveja descarriada, aquella que el pastor busca para que vuelva al rebaño, como se cuenta en la parábola del Buen Pastor, en los evangelios. La oveja representa al cristiano débil y necesitado de socorro. Si se muestra como un cordero, en cambio, es el símbolo de Cristo, como víctima del sacrificio, que se inmoló para redimir a todos los cristianos. Es también, al igual que la oveja, el símbolo de la mansedumbre y la inocencia.
El crismón es el monograma de Cristo. Es la abreviación del nombre de Cristo en griego, y está formado por la superposición de las letras P y X. La palabra Chrestos o Christos significa “ungido”, es decir, el Mesías. Este monograma comenzó a utilizarse a partir del siglo IV.
La prohibición de representar imágenes, en los comienzos del cristianismo, se extendía no solamente a la representación de la figura de Cristo. Era un sacrilegio y una profanación pretender representar la figura de Dios. La tradición judía, presente en la nueva religión, también apelaba a la iconoclastia por temor a la idolatría. Estas controversias en donde se mezclaban tendencias a la abstracción artístico-religiosa y cuestiones dogmáticas (como la naturaleza _humana y/o divina_de Cristo, por ejemplo) duraron mucho tiempo y se manifestaron en duras disputas en el seno de la nueva Iglesia. Representar la cruz, por ejemplo, implicaba admitir que Cristo había muerto allí, y era poner énfasis en su naturaleza humana, más que en su divinidad. No es extraño pues que, tanto el signo de la cruz como Jesús crucificado, tardaran tanto en aparecer en las representaciones religiosas.
El temor a la idolatría relegó al arte cristiano primitivo al uso de expresiones pictóricas o epigráficas (como las de las lápidas). El bajorrelieve, pero sobre todo la escultura, por su cercanía con la tridimensión, más realista, más corporal, fueron casi descartados. Alguna escultura del Buen Pastor, y los relieves en algunos sarcófagos, son de los pocos ejemplos. En las lápidas, además de los nombres de algunos difuntos, tal vez la fecha de su fallecimiento y una advocación (por ejemplo, IN PACE) podían incluirse los ya mencionados signos y símbolos, así como una figura muy característica que era el “orante”.
El orante era una figura, femenina o masculina, con los brazos extendidos hacia fuera y su mirada hacia arriba, en actitud de orar (distinta a la imagen que en la actualidad consideramos de oración, es decir, las manos unidas hacia el frente, o sobre el pecho). El “orante” es también el símbolo del alma cristiana que ya está en la paz de Dios, es el creyente fiel, y también representa al difunto colocado en ese nicho.
Imágenes narrativas:
Pero el conjunto más rico por sus implicancias lo constituyen las pinturas.
Si bien era muy poderosa la necesidad de preservar la espiritualidad a la que apuntaba la nueva religión, ésta se había extendido principalmente entre sectores pobres e iletrados de la sociedad, acostumbrados al uso de imágenes en la Roma pagana. Por lo tanto, el uso de imágenes fue admitido más que nada como concesión hacia los primeros fieles de la comunidad cristiana. Estas imágenes, concebidas más que nada con una finalidad didáctica y moralizante, estaban realizadas por aficionados, eran muy sencillas y no respetan códigos estéticos. Hoy las llamaríamos arte naïf, ya que su factura es en general bastante ingenua. Los colores eran algo limitados: ocres, rojos, verdes, y no mucho más. Cuando eran realizadas por alguien con más conocimientos artisticos, el estilo era muy similar al de las pinturas al fresco de la Roma pagana, utilizando incluso el mismo repertorio de formas: aves, flores, guirnaldas, amorcillos. Sólo que ahora esas mismas imágenes tienen un nuevo significado. Y esta es la diferencia más importante que aporta el arte pictórico del cristianismo primitivo. Todas las imágenes, más o menos realistas, y por supuesto las más abstractas y simbólicas, tienen un significado ligado a las nuevas creencias. Esta tendencia hacia la espiritualización ya había empezado a manifestarse en el arte de la Roma posclásica, pero se acentúa con el advenimiento del cristianismo. Y cuando las imágenes muestran personajes y escenas en lugar de signos o símbolos, éstas imágenes pertenecen al Antiguo Testamento (Jonás y la ballena, los tres jóvenes en la hoguera, Moisés sacando agua de la piedra, el sacrificio de Abraham), al Nuevo Testamento (el Banquete Eucarístico, con Jesús y los apóstoles en la última cena, la Virgen María con el Niño Jesús, la resurrección de Lázaro), así como figuras de Santos y Santas (obispos o mártires), pero también pertenecen al repertorio de la mitología, adaptada a los nuevos significados.
La escena del refrigerio o banquete es un rito fúnebre y muestra a una serie de personajes alrededor de una mesa, realizando la libación. Recuerda también la última cena, en la que Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía, y que se repite ritualmente en la ceremonia de la Misa. El tema pertenece al repertorio de escenas evangélicas.


El Buen Pastor, en la cripta de Lucina. Catacumba de San Calixto.
Otro tema extraído de los evangelios pero adaptado de la mitología es la figura del Buen Pastor. Muestra a un joven vestido como pastor que lleva sobre sus hombros una oveja. La tipología está tomada del arte griego, el moscóforo, que aparece en algunas esculturas clásicas. Durante el helenismo la figura del pastor personificaba a Aristeo, dios de los jardines, que era ampliamente representado. Esta figura del pastor está también presente en la Biblia, desde Abel, pasando por Abraham, Jacob, Moisés y también David. Todos ellos eran pastores antes de ser llamados por Dios. El cristianismo le agrega un significado nuevo: Jesús es el pastor, y las ovejas son los fieles a los que el pastor cuida y salva. También se utiliza algunas veces la figura de Orfeo, quien encantaba a las ovejas con los sonidos de su flauta y que bajó a los reinos infernales para rescatar a su amada Eurídice. Es una prefiguración de la imagen de Jesús, quien también descenderá a los reinos subterráneos para rescatar a las almas antes de conducirlas al Cielo.
Tomada de la Biblia está la figura de Jonás, uno de los profetas menores, que vivió tres días en el vientre de una ballena y luego fue expulsado por ella y arrojado a la playa. Como otras escenas del Antiguo Testamento, esta prefigura lo que luego acontece y es relatado por el Nuevo Testamento. La escena de Jonás y la ballena simbolizan lo que luego vivirá Jesús, muerto y sepultado durante tres días y luego resucitado. Es, por lo tanto, otra imagen de salvación. Algo similar ocurre con la figura de Lázaro, resucitado por Jesús como relatan los evangelios y que es un anuncio de su propia resurrección y la de todos los cristianos.
También del Antiguo Testamento y prefigurando el Nuevo está la figura de Moisés, sacando agua de una piedra con su vara, tal como Dios le había ordenado. Esta imagen simboliza el Bautismo que Jesús protagonizará en el río Jordán, bautizado por San Juan Bautista, y que se transformó luego en el sacramento que brinda la purificación por el agua y que todo aspirante a ser cristiano necesita, si quiere ser aceptado en la nueva fe.
Otra escena muy representada es la de los tres jóvenes en la hoguera, que recuerda una escena bíblica del libro del profeta Daniel, según la cual el rey asirio Nabucodonosor, habiendo erigido una estatua con su imagen, quería obligar al pueblo a rendirle culto. Pero tres jóvenes se negaron, porque creían en Dios, y fueron enviados a morir en un horno ardiente. Dios hizo el milagro y las llamas no dañaron ni quemaron a los jóvenes, quienes con cánticos y alabanzas glorificaban al Señor. Esta escena remite al sacrificio de los primeros mártires, quienes morirían defendiendo su fe.
La figura de la vid también simboliza a Cristo porque es la madre del vino, y ella debe morir para que Él nazca, por lo tanto simboliza la muerte y la resurrección. También recuerda el vino de la Eucaristía bajo cuya apariencia Cristo da su sangre.
Otros animales simbólicos utilizados son el pavo, que representa el alma incorruptible que vive eternamente, y el ave fénix, figura mitológica que nació de sus propias cenizas como luego Cristo resucitó de entre los muertos. Simboliza el alma inmortal y la resurrección.
Algunas imágenes pertenecen al repertorio y el estilo de la pintura decorativa romana: los amorcillos, los pájaros, las guirnaldas, los recipientes con frutas. Todos estos motivos aparecen cargados con la nueva significación que les otorga el cristianismo. Algunos arcosolios y criptas se muestran decorados con el estilo de las tumbas paganas, divididas las paredes en sectores por medio de anchas franjas de color.
Por último, surge una figura novedosa en el repertorio de imágenes del primer arte cristiano, y es la figura de la Virgen con el Niño, que pertenece al Nuevo Testamento.
Funciones y valores de las imágenes del arte cristiano primitivo:
Estas imágenes, realizadas en un estilo muy sumario (compendiario) y con poco respeto por los cánones estéticos clásicos, tenían en cambio una importancia vital para los nuevos cristianos. Servían a la expresión y comunicación de la nueva fe y al mutuo reconocimiento; tenían una función didáctica, ya que la mayoría de ellos era iletrada y los símbolos y figuras representados contribuían a la difusión de creencias; eran moralizantes, porque el cristianismo traía un mensaje espiritual, muy diferente a la moralidad de la Roma pagana, pero también cumplían una función anagógica, esto es, contribuían a elevar el espíritu de lo material a lo espiritual, porque la imagen es intercesora: la idea de “salvación” está siempre presente. La imagen encierra un símbolo y el signo lo hace visible. Pero también tiene valores estéticos, porque muchas figuras eran deformadas o exageradas mostrando la expresividad de gestos o miradas, añadiendo una fuerza expresiva de la que carecían las figuras realizadas en un estilo más clásico. También se empleaba algunas veces el principio jerárquico, típico de las pinturas de carácter sagrado, como antiguamente las pinturas funerarias del Antiguo Egipto. La figura de Cristo era realizada con un tamaño mayor al del resto de los personajes que lo acompañaban, por ejemplo, en las escenas del banquete eucarístico. Las pinturas de las catacumbas eran algo así como una Biblia (o Evangelio) para los pobres.
Las catacumbas más famosas, por la importancia que revisten desde el punto de vista histórico, artístico y religioso, son las de Priscilla, de Domitila, de San Calixto, de San Sebastián, de San Lorenzo y las grutas vaticanas, que alberga no solamente la tumba de San Pedro, sino de todos los papas. Esta Roma subterránea continúa siendo hoy el más elocuente testimonio de las creencias y el sentir de los primeros cristianos, una justificación para la piedad y el asombro.
Buenos Aires - 2005
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Bibliografía consultada:
· Historia del Arte Italiano. Eduardo Mottini.
· Enciclopedia Italiana Treccani. Volumen IX.
· Le catacombe romane. Orazio Marucchi.
· Roma y el Vaticano. Venturini.
· Catacumbas de Roma. Origen del cristianismo. Fabricio Mancinelli.
· El arte cristiano. Jorge Bedoya, S. Gallego, E. Lynch y E. Ocampo. C.E.de A.L.
· Apuntes de cátedra: Plástica II. Profesora Ofelia Manzi. U.B.A.
· Las catacumbas de Roma: necrópolis de religión y arte: conferencia dictada en la asociación Dante Alighieri de Buenos Aires. María Rosa Díaz.
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01 marzo, 2007

¿DON FULGENCIO ES EL “SER ARGENTINO”?®

Mensajes iconográficos para un intento de cambio.
En el medio de la noche, la espeluznante frenada seguida de un estruendo espantoso rompen la tranquilidad de la ciudad que duerme: se ha producido otro choque en una esquina cualquiera de la ciudad de Buenos Aires. Al rato, ambulancias, patrulleros, bocinas impacientes, curiosos, y los comentarios ineludibles frente al ominoso espectáculo: un vehículo bastante nuevo atravesado en medio de la avenida y un taxímetro vuelto con las ruedas hacia arriba, sobre la vereda y contra un soporte de anuncio que ha quedado destruido por el impacto, son los patéticos y mudos testigos del drama cotidiano. ¿Las víctimas? Entrarán a formar parte de la estadística diaria. Y el antológico y "sesudo" comentario aportado por uno de los tantos curiosos le pone el broche al incidente: _Y… ambos cruzaron con luz amarilla… (sic).

El punto de partida para estas reflexiones pudo haber sido este episodio repetido a diario, o tal vez una noticia en la TV, o en la radio, o en la tapa de un diario con tipografía “catástrofe”, el comentario de algún conocido que fue víctima directa o indirecta de algún . O como en este caso, la llamativa tapa de un diario (Página 12)(1), que distrayendo al paseante de su apresurada caminata frente al quiosco de diarios y revistas, lo atrae para que se detenga y observe.
Lo primero que llama la atención de la tapa (al menos a quien es sensible al color y al dibujo) es la imagen gráfica, el colorido azul-celeste del dibujo, las figuras realizadas con trazo firme y parejo, las formas simplificadas, expresivas. Como un imán, la imagen de la tapa llama al apresurado caminante, lo obliga a detenerse y observar. En ese momento, y por tratarse del diario mencionado, el que se detiene esperará el chiste o la ironía política a los que el diario lo tiene acostumbrado. Para quienes no son de Buenos Aires, el diario Página 12 se caracteriza por un particular manejo de las tapas, en donde el mensaje iconográfico pone énfasis en la elaboración de las imágenes (por medio del dibujo, o del fotomontaje(2), del texto sugerente y con múltiples sentidos, que añade la cuota de humor irónico, junto con la postura política del diario frente a la noticia aludida.
Pero el deseo de satisfacer la necesidad de reír, según la expectativa, termina pronto: el llamativo fondo azul-celeste, en el que un anciano de larga túnica y aureola, delante de un libro abierto, está suspendido en un mar de nubes, no es simplemente un cielo. Frente a él, un hombrecito también con túnica y con cara de despistado, observa al anciano mientras señala: _Esto no es Mar del Plata ¿no?
Y allí termina el humor cándido que el azul-celeste del dibujo prometía, y comienzan la ironía, la crítica y el humor negro: el lugar que se muestra es la entrada al Paraíso; el anciano es San Pedro, que se dispone a recibir al “despistado”. Y el hombrecito, es un padre de familia que quiso llegar rápido al lugar de veraneo pero equivocó el camino, y llegó al cielo. Para terminar de entender lo que el dibujo no muestra, está el texto que acompaña la imagen: . El final de la frase, omitido aquí, es TE ESPERAMOS… Mensaje que obviamente el apurado hombrecito no tuvo en cuenta, en su afán de llegar en poco tiempo al lugar de destino. La conocida frase acompañaba muchas veces a los conductores en el tablero de sus vehículos (al igual que la imagen de San Cristóbal, protector de los conductores). Por lo tanto, es ampliamente conocida por los lectores. Y aunque la frase mencionada no está completa, es suficiente para recordarla.
En la parte superior de la tapa, la noticia del día menciona las medidas que el gobierno de la provincia de Buenos Aires (a la que pertenece la ciudad de , lugar emblemático y tradicional de veraneo): como consecuencia de la gravedad y cantidad de accidentes viales, se decreta la emergencia vial en toda la provincia hasta final de 2007.
¿Por qué el analizar la tapa de un diario en relación con el problema de las muertes en el tránsito puede ser importante? ¿De qué manera puede influir un mensaje en un medio de difusión masiva, en aportar o no un cambio en el enfoque del problema, que además contribuya a su solución?
Se solicitó la opinión de muchas personas en relación con el mensaje iconográfico de la tapa del diario, personas de diferentes edades, sexo, ocupaciones y nivel cultural. Y las opiniones vertidas resultaron tan diversas, e incluso algunas tan contrapuestas, que llama la atención. No debería sorprender que cada persona pudiera interpretarlo de manera distinta, según su postura frente al problema, según sus propias circunstancias y situación personal. Pero sí es curioso que las opiniones se encuentren, en algunos casos, tan divididas. Por ejemplo, cuando se preguntó acerca de la imagen y su relación con la noticia, muchas personas coincidieron en que era impactante, fuerte, y hasta chocante. Pero que el tema lo justificaba. Mientras que otros opinaron que la imagen era light, no todo lo fuerte que debería haber sido, para producir un verdadero impacto en los lectores. Incluso algunos opinaron que el tema era extremadamente grave como para realizar humor con él, y menos aún humor negro. Por otro lado, muchas otras personas consultadas soslayaron la observación de la imagen cuando se les pidió su opinión, y en cambio se dedicaron a explayarse sobre el tema de las muertes en el tránsito, en especial quienes tienen una posición muy contundente en relación con la gravedad del problema. Observar la tapa en general no generó humor, a lo sumo el apoyo entusiasta de algunos, o quizá alguna sonrisa. Pero si el observador era alguien que se identificaba con el protagonista, surgían inmediatamente las justificaciones. Y en esos casos no había siquiera una mínima sonrisa. Eran aquellos que percibían la crítica detrás del “chiste”. Y los que se expresaban de manera enfática aludiendo a las y a las causas que los generan, agregaron además todas las propuestas que, según sus opiniones, deberían tenerse en cuenta para solucionar el problema.
Tratándose de un tema tan grave y tan complejo, debemos coincidir con Edgar Morin: no existen soluciones simples para problemas complejos, y tampoco la solución puede partir de un solo sector, o de unos pocos sectores de la sociedad. Ni siquiera es sólo el Estado quien tiene que hacerse cargo de todos los aspectos que se deben considerar, aunque sea el protagonista convocante. Respecto de la tapa, si bien es opinable de qué manera podría haberse confeccionado, y dado que cada persona puede tener una postura distinta frente al problema, es tan válida la elección del dibujante Daniel Paz (y del diario) como pudo serlo cualquier otra.
Cuando quien vive o transita por Buenos Aires se refiere al problema de las muertes en el tránsito, inmediatamente surge alguna polémica. Ya sea que se trate de las causas que lo generan como de cuáles deberían ser las soluciones, las posturas son tan variadas y a veces tan contrapuestas como lo fueron las observaciones de la tapa del diario.
Si se polemiza sobre las causas por las cuales se producen, podríamos enumerar algunas, y a cada una enfrentarla con una contradicción. Por ejemplo:
1. falta de educación vial: la gente desconoce las reglas de tránsito.
1. la luz roja del semáforo, la senda peatonal, las líneas demarcatorias de las rutas y los indicadores de máxima velocidad son fácilmente visibles y entendibles por todos.
2. la mayoría de las rutas y caminos están en mal estado.
2. las calles de Buenos Aires así como la autovía que lleva a Mar del Plata están en general en buen estado.
3. hay vehículos (autos, camiones, ómnibus) que son muy viejos, y que ya no deberían circular porque son peligrosos.
3. la mayor proporción de accidentes de tránsito son protagonizados por conductores de vehículos nuevos y potentes, o en buen estado.
4. la gente no utiliza el cinturón de seguridad.
4. si bien es cierto que el cinturón de seguridad resguarda a los ocupantes del vehículo ante posibles accidentes, no es la solución a todo el problema, ya que se elude la cuestión del manejo a altas velocidades.
Cuando las causas son mencionadas por los medios informativos, pueden ser, además del mal estado de los caminos o de la presencia de vehículos en mal estado, la niebla, el granizo, la lluvia, hasta el propio vehículo puede ser responsable, cuando "se sale del camino", o "se descontrola". Y las rutas son “trágicas” o “mortales”. O como titulaba el diario más "serio" del país, "Otro ómnibus volcó en la ruta".
¿Quiénes son los 2 grandes ausentes al momento de las polémicas culpabilizadoras?
1. la responsabilidad (o irresponsabilidad) de los conductores.
2. las altas velocidades que se desarrollan, tanto en las rutas del país como en las calles de las ciudades.
Con respecto al punto 1), es cierto que la responsabilidad no es privativa de los conductores (incluyendo los de bicicleta, muchos de los cuales circulan de manera muy desaprensiva), sino también de los peatones y de todas las instituciones: policía, municipios, justicia, etc. Pero quien maneja un automóvil es el que, en ese crucial momento, conduce un vehículo potencialmente mortal y destructor. Pero como pasa con todas las cosas, lo importante no es el instrumento, sino cómo se lo utiliza.
En relación con el punto 2), muchos alegan que, si alguien compra un vehículo potente no lo hace para andar "paseando". Y así como el filósofo se pregunta Quién fue primero, si el huevo o la gallina, nos preguntamos nosotros: Quien conduce a altas velocidades, ¿lo hace porque su potente auto se lo permite? ¿O compró un auto potente y veloz para poder correr?
¿País “jardín de infantes”?

Muchas veces tengo la sensación de que los argentinos son (somos) como Don Fulgencio, el hombre que no tuvo infancia, y que no hacen más que jugar todo el tiempo. Sólo que Don Fulgencio hacía bromas inocentes, mientras que los argentinos nos matamos de muerte violenta en las rutas y calles de nuestro país. Ni siquiera es una muerte heroica, ni justificada por altos ideales. La única (estúpida e inútil) razón es haber querido "llegar rápido" a cualquier parte.
Mientras tanto, y frente a las reiteraciones de tragedias cada vez más escalofriantes, aparecen algunas oportunas (u oportunistas) propuestas: el gobernador de la provincia de Buenos Aires (Felipe Solá), antes que empezara la temporada de veraneo, puso en marcha un "operativo" de emergencia: hospitales, ambulancias, y médicos, ya estaban listos para el caso en que fueran a ser necesarios. Es decir, ante lo que ya se sabía que iba a ocurrir (como ocurre tooooodas las temporadas y tooooodos los fines de semana largos), la provincia iba a estar bien preparada. Ésa era toda la “prevención”. Y lo que temían que pasara, finalmente pasó: en el mes de enero (2007), en 14 días hubo más muertes en accidentes que en todo el mes de enero de 2006(3). Y las muertes continúan.
Pero hubo más propuestas. Hace muy pocos días, y para aportar una nueva “solución” al problema, el mismo gobernador abrió la licitación para la construcción de un “” para unir la ciudad de Buenos Aires con la ciudad de Mar del Plata. Escuchando un programa de radio donde los jóvenes conductores se referían al tema y pedían opinión a los oyentes (sobre si el tren bala debería o no parar en estaciones intermedias) uno de los oyentes dio esta respuesta contundente: “El tren bala debe ir de Retiro a Mar del Plata SIN ESCALAS. ¡Tren bala YA!!!”
Y esa es la tónica general de quienes justifican las velocidades desarrolladas en la ruta hacia la costa: "el tiempo es oro”, hay que llegar lo más rápido posible, tanto de ida como de vuelta. No importa si la ruta está atestada, si hay mal tiempo, si se viaja con toda la familia, o si se dedicó un rato más a la playa para aprovechar los últimos rayos de sol. A destino hay que llegar rápido, cuanto más rápido, mejor. Y los comentarios de quienes hicieron la ruta (de ida o de vuelta) suele abundar en comentarios del estilo de: “le puse 4 horas, ó 3 horas y media”. Como comentaba alguien, “El coche volaba. Casi no tocaba el piso con las ruedas”[4] Y allí tenemos entonces al “piola” hombrecito de la tapa, queriendo llegar rápido, y no llegando a ninguna parte. Pero la solución propuesta por el gobierno de la provincia, no es mejorar la prevención con una campaña orquestada y consciente que apunte a un verdadero cambio en la situación actual, si no, un tren que llegue lo más rápido posible a Mar del Plata.
El presidente Néstor Kirchner con la maqueta del “tren bala”.
Parece irónica la foto donde el presidente de la Nación sostiene en sus manos una maqueta del futuro tren. Juguete más que maqueta, para disfrute y satisfacción de los niños-adultos argentinos. Quedará por ver cómo solucionar el problema de “llegar rápido” en el resto de las rutas del país, o en las calles de la ciudad de Buenos Aires. Quizá alguno esté pensando en implementar el sistema de tele-transportación, como en Star Trek, o solicitar a Campanita polvo de hada, para poder volar como Peter Pan, o dejarse abducir por un OVNI, y de esa manera, los problemas de llegar rápido y de las muertes en el tránsito estarían solucionados. Tren bala, teletransportación, abducción, Peter Pan y el polvo de hada: soluciones lúdicas y mágicas (infantiles finalmente) para los Don Fulgencio argentinos. Si no fuera tan patético, hasta podría resultar cómico. Lo curioso e interesante es que esos mismos argentinos (que como los niños, reconocen a la autoridad de quien manda) si alquilan un automóvil en un país desarrollado (por ejemplo USA), se conducen como señoritos educados y obedientes de todas las normas, incluidas las de tránsito: respetan las velocidades máximas, conducen sin salirse de su carril, se colocan religiosamente el cinturón de seguridad y ni se los ocurre sobornar a un agente policial. Tal vez porque saben que si incumplen alguna de esas normas no van a pasarlo nada bien.
Teletransportación y/o abducción: la solución ideal para llegar rápido a todas partes.










El diseñador gráfico y profesor universitario Jorge Frascara, argentino residente en Canadá, ha dedicado al tema de la comunicación visual gran parte de su vida. En su libro “El poder de la imagen” cuenta cómo en la ciudad de Victoria, Australia, se realizó una campaña de Seguridad Vial a raíz de la cantidad de dinero que las aseguradoras pagaban como concepto por los accidentes de tránsito. Y si bien la principal motivación fue el dinero, la campaña dio excelentes resultados, tuvo el apoyo del 98 % de la población, y las campañas y medidas policiales de control continuaron a lo largo del tiempo, así como el efecto benéfico de la reducción de accidentes y muertes en el tránsito. Pero la manera de encarar el problema no se redujo solamente a estrictas medidas de control, ni siquiera fue suficiente la extensión en el tiempo de la campaña y los controles. Hubo elementos más profundos tenidos en cuenta a la hora de pensar en una serie de medidas para enfrentar el problema, y una cantidad bastante importante de protagonistas a quienes se incluyó para que aporten sus ideas y sostengan tan importante plan.
En nuestro país existen varias ONGs (Organizaciones No Gubernamentales) que se ocupan desde hace bastante tiempo del endémico problema de la inseguridad vial. Luchemos por la Vida, Madres del dolor, y otras organizaciones, realizan una serie de campañas que van desde spot publicitarios, manifestaciones públicas, difusión de videos, difusión de datos estadísticos, campaña de afiches, cursos y conferencias, a fin de crear conciencia sobre la gravedad del problema y así contribuir a su disminución o eliminación.[5] Sin embargo, ninguna de estas organizaciones ha logrado que las muertes en el tránsito disminuyan, ni que en la ciudad de Buenos Aires se eviten los diarios choques que se producen en cualquier esquina, avenida, autopista o paso a nivel. Entonces, ¿en dónde estará el error que tan loables instituciones no logran detectar en sus campañas, si los mensajes que generan no logran el efecto deseado? Una de ellas incluso, presenta con frecuencia anuncios de bien público (en la campaña por el uso del cinturón de seguridad, por ejemplo) que no producen ningún impacto. En el video se muestra a un par de muñecos montados en un automóvil que chocan violentamente contra un muro. Y si bien la imagen es conceptualmente fuerte, no conmueve, ya que se trata sólo de muñecos, y el impacto se ve reducido porque la imagen tiene mucho de “juego”, de artificio. (por tratarse de muñecos en lugar de personas, no se percibe daño ni peligro). Es difícil convencer de las bondades del uso del cuando quienes chocan son sólo muñecos. Incluso una compañía aseguradora realizó su campaña publicitaria utilizando como protagonista al mismo muñeco. Una vuelta de tuerca humorística para un personaje ya poco creíble. Tal vez obtenga mejores resultados una campaña de afiches que se exhiben por estos días, en los que el pecho del supuesto conductor está siendo tomado por un par de brazos, de niño en un caso y de mujer en otro y donde el mensaje apela más a lo emotivo (La frase que acompaña la imagen es LOS QUE TE QUIEREN TE ESTÁN ESPERANDO. Usá el cinturón de seguridad)[6]. Sin embargo, tampoco aquí se hace referencia a la cuestión de las altas velocidades. En todo caso, el cinturón de seguridad protegería frente a la posibilidad de un choque, minimizando los daños, pero se da por sobreentendido que el accidente “va a ocurrir”. Por lo tanto, la prevención es sólo frente a la colisión que “inevitablemente” se producirá. Además de aconsejar el uso del cinturón de seguridad, debería decir "Respetá las velocidades máximas permitidas" o "¿A dónde vas tan apurado, si nosotros te vamos a esperar?", por poner un ejemplo.







Aviso de Provincia Seguros.







Aviso de la campaña de FLENI (Uso del cinturón de seguridad).
Seamos serios, alguna vez.
Si el gobierno, a través de una política de Estado, decidiera comenzar una campaña de prevención pero EN SERIO, debería convocar o al menos consultar, a todos los sectores involucrados, algunos de los cuales son:
    • La policía, encargada de controlar a los infractores.
    • La Justicia, quien deberá aplicar severas sanciones a los incumplidores de faltas más graves y/o que terminen en la muerte o graves lesiones de terceros.
    • Los legisladores, que deberán revisar, corregir y/ o modificar las leyes que sean necesarias.
    • Las autoridades locales de provincias y grandes ciudades.
    • Los educadores y padres, que deberán conocer los contenidos relacionados con la educación vial a fin de poder transmitirlos a sus hijos y/o alumnos.
    • Las ONGs que vienen trabajando sobre la cuestión de la prevención y pueden aportar valiosísima información, además de continuar creando conciencia.
    • Psicólogos y sociólogos, que brinden una orientación profesional que ayude a comprender motivaciones y actitudes de quienes conducen.
    • Los encargados de otorgar los registros de conductor, para que la exigencia en cuanto al conocimiento de las normas de tránsito sea para TODOS los conductores, y no sólo para que los obtienen su registro en el presente.
    • Las aseguradoras, quienes pueden informar no solamente sobre los costos de los diferentes siniestros, sino del tipo de daños que se suelen producir, además de sugerir medidas que alienten el cuidado del propio vehículo.
    • Los medios de comunicación de masas, en especial, diarios y televisión.
    • Los “creativos” del mundo de la publicidad.
Hacia un cambio de imagen.
En esta gran iconosfera (al decir de Román Gubern) que es el mundo de hoy donde todo es "visualizable", no puede dejar de considerarse la enorme influencia que tienen para la vida de las personas los Medios de comunicación de Masas (especialmente la TV) y la publicidad. Los signos icónicos que circulan en estos medios no son neutrales ni son inocentes. Ya se trate de la publicidad (cuyo principal objetivo es "vender", de manera rápida y eficiente) como de la TV, donde tanto el entretenimiento como la información son valores de cambio, los estereotipos que circulan y los mensajes que se emiten, responden a intereses políticos, sociales o económicos. Porque
“toda imagen colocada en un espacio público (…) además de transmitir el mensaje específico que la ha generado, contribuye a la construcción de la cultura en el más amplio sentido de la palabra, promoviendo modelos de pensamiento y conducta que influyen en la manera en que la gente se relaciona con otros mensajes, con las cosas y con otra gente”(7).
Por eso es fundamental que quienes elaboran esos mensajes tengan en cuenta su responsabilidad ética.
"Las fantasías y los deseos de la gente se transforman en material de intercambio, y los objetos y servicios se transforman en símbolos de posición social y de valores culturales"[8].
Las fantasías de la aventura, lo prohibido y el peligro que explotan los mensajes publicitarios del mundo del automóvil, sumados a los estereotipos masculinos que alientan la agresión, la conquista y el poder, forman un condimento difícil de soslayar a la hora de evaluar las causas por las que tantas personas no consideran importante cuidar su propia vida, ni toman en cuenta la vida de otros cuando conducen un vehículo. Publicidades como la que muestra a un joven que estrella su automóvil contra un árbol, y como “sorpresa”, en lugar de abrirse el airbag se abre una muñeca inflable, minimizan y banalizan la terrible realidad que implica la falta de responsabilidad y las consecuencias de manejar a altas velocidades, además de tratar con superficialidad otros valores. Y transforma a un hecho dramático en una aventura divertida. Porque ser responsable no es divertido, aunque sea de importancia vital, y pareciera que lo que no es divertido, no sirve. El adulto-niño que se mata y mata a otros en las rutas, cumple en la realidad las fantasías de la irresponsabilidad infantil. Esas mismas fantasías infantiles son las que alimenta la publicidad que gira en torno al mundo del automóvil.
Y en los medios informativos, la misma banalidad y superficialidad está puesta en el lenguaje. Hablar de “accidentes” es no tomar en cuenta que la enorme mayoría de ellos (más de un 90 %) podrían evitarse, pero un “accidente” aparece en el imaginario social y colectivo como una fatalidad, como un destino, el inevitable azar, que (al decir de una testigo de los últimos episodios fatales en rutas argentinas de la costa), “hoy le tocó a ella (su hermana), pero mañana me puede tocar a mí”. Y por supuesto, cuando aparece el azar, nadie es responsable. Frases tan populares como “nadie muere en las vísperas”, forman parte del repertorio de banalidades aceptadas por mucha gente, y que elimina la fundamental cuestión de hacerse cargo del propio destino y del de aquellos que dependen de nosotros, en lugar de dejarlo librado a la buena suerte. Hablar de “rutas asesinas”, “automóvil que se sale de la curva”, “el mal estado del tiempo”, “el mal estado de los caminos”, “automóviles viejos que ya no deberían circular”, “ómnibus que protagonizan tragedias”, etc. etc. etc., es soslayar la responsabilidad de los conductores, no solamente por no realizar debidos controles mecánicos de los propios vehículos, sino por conducir a tan altas velocidades que los controles de alcoholemia, el uso de las luces, el uso de los cinturones de seguridad, etc., resultan casi superfluos. Cualquiera de las posibles causas de los episodios mortales en las rutas y calles de Argentina podría evitarse o minimizarse si las velocidades con las que se maneja habitualmente se redujeran de manera razonable, y si los conductores asumieran su responsabilidad como corresponde a todo adulto que respeta su propia vida, la de sus seres queridos y las del resto de sus congéneres.
La imagen de ese conductor ganador, infantil e irresponsable es la que, quienes manejan el mundo de la imagen deben ayudar a cambiar, como contribución ética al cambio que hace falta. Y una política de Estado que encare una verdadera campaña de Seguridad Vial debe tomar en cuenta el papel que el mundo de la imagen juega en la creación de actitudes tan infantiles como peligrosas. Por su parte los medios de comunicación pueden ser también los grandes colaboradores en sostener una campaña intensiva y extensiva que, utilizando los medios y métodos de la retórica publicitaria (redundancia, insistencia, repetición constante, a toda hora, en todos los programas, durante mucho tiempo), contribuya a generar ese cambio de imagen, además de incorporar los contenidos necesarios para promover dicha campaña.
Por esa razón es mi opinión que la contribución de la tapa de Página 12 (con el dibujo de Daniel Paz) es un primer paso importante. Porque por primera vez, y aunque se trate de un dibujo aparentemente infantil, la imagen del “hombrecito” con cara de tonto, a medio camino entre hombre y niño, que se pregunta si ése lugar no es Mar del Plata, muestra al suicida conductor como irresponsable e infantil, en lugar del piola y ganador que está más allá de todas las reglas, y al que solamente le interesa llegar rápido al lugar de destino. Y en este caso, su destino terminó siendo la muerte. Tal vez hubiera sido más realista si el hombrecito hubiera estado acompañado de su familia. Pero tal como comentó el mismo periodista Daniel Paz, “iba a ser demasiado duro. No quería pasar esa delgada línea que separa al humor de la tragedia”. Puede que a algunos les resulte muy fuerte, y que a otros les parezca banal, pero es innegable que la tapa muestra de manera clara y sin ambigüedades cuáles son los dos puntos que en general se minimizan o directamente se eluden: la “necesidad imperiosa de llegar rápido”, conduciendo a altas velocidades, y la falta de responsabilidad de los infantiles, suicidas y homicidas conductores para quienes el “tiempo es oro” y que esperan con ansias “soluciones mágicas” que acorten el tiempo y las distancias.
Mientras todos los aspectos involucrados en el tema no sean tomados en cuenta, y mientras el Estado no se haga cargo de manera responsable en la tarea que hace falta, nos seguiremos matando, alegre y velozmente, sin siquiera tener un motivo honroso para morir. Es la manera más estúpida de morir y de matar: morir y matar por nada.
María Rosa Díaz
Febrero de 2007.
Nota: Agradezco a todos los que fueron consultados sobre la tapa del diario Página 12, al periodista Daniel Paz, autor del dibujo, por su comentario, y en especial, a los amigos del grupo Mundo Cologne, así como a los usuarios de Yahoo Respuestas, por sus valiosísimos aportes.
Bibliografía consultada:
  • “El poder de la imagen. Reflexiones sobre comunicación visual”. Jorge Frascara. Ediciones Infinito.
  • “Del bisonte a la realidad virtual”. Román Gubern. Anagrama.
  • “La mujer invisible. Una lectura disidente sobre los mensajes publicitarios”. Correa, Guzmán y Aguaded. Grupo Comunicar Ediciones.
  • “Para comprender la publicidad”. Victorino Zecchetto. Ediciones Don Bosco.
  • “Homo videns. La sociedad teledirigida”. Giovanni Sartori. Taurus.
  • “La publicidad estratégica”. Orlando C. Aprile. Paidós estudios de comunicación.

[1] Tapa del diario Página 12: 20 de enero de 2007, realizada por el periodista Daniel Paz: (http://www.pagina12.com.ar/diario/principal/diario/index-2007-01-20.html)
[2] Ver artículo "Cómo leer una imagen”: http://blogdefrine.blogspot.com/2007/01/como-leer-una-imagen.html
[3] Diario La Nación: 15 de enero de 2007.
[4] Comentario de Caro, de Mundo Cologne.
[5] http://www.luchemos.org.ar/ y http://www.madresdeldolor.org.ar/
[6] Campaña de FLENI: Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia (http://www.fleni.org.ar/web/Campana_de_Prevencion_Verano_2006-7.php)
[7] Jorge Frascara: “El poder de la imagen. Reflexiones sobre comunicación visual”.
[8] Op. Cit.
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