31 octubre, 2021

ECLOSIÓN

ECLOSIÓN (1)

Cuando analizamos obras de arte corremos el riesgo de convertirnos en una especie de diseccionadores, como si si se tratara de una autopsia de la que se espera un análisis frío y objetivo de un ser inerte. Por eso, antes de empezar, doy mi propia mirada, la primera: me conmovió la pintura. Luego, en un momento posterior, trataré de dilucidar POR QUÉ. 


A golpe de vista, lo primero que se destaca es la armonía. Un gran equilibrio entre formas básicas (triángulos y círculos) pero también de colores. Es una pintura abstracta, por lo tanto el tema es irrelevante. De hecho, a la autora (según sus propias palabras) le resultó complejo ponerle un título. Me recordó el momento de la Historia del Arte en Occidente cuando, en la transición entre la pintura figurativa y la pintura abstracta, los autores utilizaban el título de la obra como anclaje, palabras que sirvieran de puente a la comprensión del tema. En este caso, la autora eligió mostrar su obra a distintos observadores, descubriendo que, no estando en contacto unos con otros, las interpretaciones e incluso, lo observado, era muy diferente para esos diferentes públicos. Parece claro que, tampoco para su autora, el título era relevante, al menos al comienzo.

El uso de las formas básicas (triángulos, círculos, combinaciones entre ambos tipos de formas) revela una intención deliberada de escapar a la figuración, a la forma concreta y realista. Pero a la manera de un Cézanne que encontraba la forma geométrica en la misma naturaleza (paso insoslayable hacia el cubismo posterior de Picasso), aquí el camino es inverso: es inevitable encontrar en esta pintura abstracta, referencias a la naturaleza. Veamos por qué:

Los 3 triángulos abajo y al centro, agrupados y apoyados en su base, aluden casi sin ambigüedad a un bosque donde 3 pinos son los protagonistas. Pero hay más elementos que refuerzan la idea: los 3 se apoyan en una línea horizontal al borde del cuadro, y se completa con otra franja horizontal que transcurre detrás de ellos, acentuada además por una textura de franjas horizontales en rojo que escapan hacia la derecha del cuadro. La idea de “bosque” también está subrayada por el conjunto de formas difusas (círculos más pequeños, “sostenidos” por texturas verticales) a la izquierda de la obra. Ese conjunto difuso simula, involuntariamente, el “fuera de foco” en el que el conjunto de árboles del bosque dejan el protagonismo del 1er. plano a los 3 pinos.

Las formas circulares cumplen un rol formal definido: sobre los pinos negro y rojo, se hacen sutiles como panaderos apoyados en sus cúspides, frenándolas. Pero sobre ellos, se levanta el círculo central negro, como “prima donna” del cuadro. Pero la forma y el color la hacían demasiado pregnante, demasiado fuerte, entonces aparece el haz blanco coronado (con círculos esbozados mediante textura) que frenan, a su vez, el escape del haz (de luz ?) que se eleva (hacia el cielo?). La sucesión en el conjunto que alterna negro, blanco, negro, blanco, del pino, los “panaderos”, el círculo negro y el haz de luz coronado respectivamente, forman una unidad. El resto de los elementos (incluida la firma y la fecha), se acomodan a esa centralidad.

Es muy rico el uso de las texturas, no solo en las variantes de color sino en la repetición, de las líneas paralelas y de las direcciones, como grafías “pensadas” que se superponen a formas y fondos. A la izquierda del motivo central, por ejemplo, para reforzarlo con texturas paralelas grises sobre el fondo rojo. A la derecha, para “levantar” mediante el rojo un gris oscuro que podría resultar algo “pesado”.

La combinación de rojo, blanco, negro, sus derivados y mezclas, da un toque de emotividad: los 3 colores, en nuestra cultura, están cargados de significados. Y es inevitable que su uso transmita esa emotividad: la sangre del rojo, la luz blanca, la oscuridad, se combinan reforzándose y complementándose, creando un conjunto armonioso y bello. Los 3 pinos reiteran los 3 colores principales. Sin embargo, el uso de los 3 colores en ninguna forma del cuadro es plano: en todas el color está combinado con texturas que lo suavizan y lo enriquecen. Aun así, la combinación resulta dramática, casi teatral. Esto último sugerido incluso por el rojo de fondo a la izquierda, trabajado como un telón cuyos trazos y claroscuros simulan sus pliegues verticales.

Finalmente, el uso de colores básicos y significativos como el blanco, el negro y el rojo, están equilibrados y complementan las formas geométricas más importantes.

Aun luego de este análisis que se pretende pormenorizado de los elementos formales de la obra, y sabiendo que la misma se completa (como decía Eco en Opera aperta) con mi mirada, no sabría decir a ciencia cierta por qué la obra me resulta placentera y me emociona al contemplarla. Es muy probable que la explicación esté en su misma composición donde, a pesar del aparente “caos” que sugiere la “eclosión”, todo se acomoda a la armonía del conjunto.

Pero también la emotividad de la elección y el uso de los colores pueden resultar significativos para mí. No puedo evitar evocar el espíritu de la España indómita y rebelde de Picasso, la que evocaba los toros y la sangre, la violencia del Guernica que, no casualmente (tratándose de Picasso) esconde el orden mientras revela la muerte. Esa España que, junto con la sangre americana, corre por mis venas.

Greta Romario

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(1) "Eclosión": Adriana Latashen

 

 

 

 


 


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