06 enero, 2014

Locos por el realismo (Ron Mueck).

Pareja bajo la sombrilla.
Desde que los pintores Zeuxis y Parrasio compitieron por engañar la vista con sus pinturas (*), hasta el realismo de Ron Mueck, en Occidente se desarrolló una historia de amor y odio, admiración y rechazo hacia la representación de la realidad como mímesis. Cada vez que el arte estuvo más cerca del hombre como ser humano, el realismo en el arte fue el objetivo a alcanzar. Aún con métodos tan rígidos como las fórmulas matemáticas (la proporción áurea) o tan lleno de convenciones como la perspectiva renacentista, con cánones academicistas o por medio del naturalismo, artistas y observadores se empeñaron en reproducir o admirar formas de representación que, de una forma u otra, se acercaran al realismo. Las búsquedas de su contrario (el simbolismo, la abstracción, el arte conceptual) tuvieron al realismo como punto de partida, para negarlo, anularlo, sintetizarlo, o prohibirlo. Picasso, que nació con increíbles dotes naturales para el realismo, prefirió alejarse de él y buscar la simplicidad conceptual infantil, desembocando en el cubismo. Aquellos períodos en los que el arte fue teocéntrico o simbólico (arte egipcio, románico, gótico), se alejó de la representación realista. Incluso el cristianismo, en sus primeros tiempos, prohibía la representación de la figura de Cristo por temor a la idolatría, y las 3 religiones llamadas "del Libro" (cristianismo, judaísmo, islamismo) tenían vedado el uso de imágenes concretas, y así desarrollaron un profuso y rico arte abstracto-geométrico. El cristianismo, luego de interminables discusiones en Concilios y hasta de guerras (Guerras iconoclastas, durante la era bizantina), llegó a la aceptación de la representación de las figuras sagradas, porque consideraron que eran muy necesarias para la difusión de la religión y del dogma, tal como ocurría, por ejemplo, con los capiteles historiados del arte románico (**), o los famosos tímpanos tanto del románico como del gótico. Ya en el Renacimiento, el realismo retomó muchas de las reglas del arte clásico (griego y romano) en un contexto en el que, religión y laicismo convivieron, y en donde a veces era difícil distinguir si la función del arte era servir a la religión o glorificar el talento de los artistas. 
En Occidente ha triunfado la imagen, y si bien hay un público que disfruta y acepta el arte abstracto, el expresionismo, o el simbolismo, no puede negarse que, la industria audiovisual (cine, televisión, historieta, revistas, fotografía) cobró una dimensión que a veces nos abruma. El arte y los artistas no pueden soslayar esa influencia. Sin embargo, así como Picasso renunció a su talento natural para buscar otras formas expresivas, a lo largo del arte occidental el arte realista se nutrió de otros elementos, y los artistas trataron de escapar del recurso fácil de la destreza técnica: imágenes cargadas de símbolos, figuras enigmáticas escondidas, distorsiones deliberadas (anamorfosis), hiperrealismo, surrealismo... 
Máscara (autorretrato). Ron Mueck.
 Ron Mueck (artista australiano que vive en Londres) no fue ajeno al mundo industrial de la imagen: fabricó marionetas y maquetas para la televisión, trabajó en la industria publicitaria y terminó utilizando efectos especiales cinematográficos para realizar sus figuras hiper realistas. Pero sus figuras son tan cercanas a la realidad, que su arte podría encuadrarse dentro del "costumbrismo": las figuras que muestra (incluídos sus autorretratos) son figuras de personajes cotidianos, familiares, como cualquiera que podamos encontrar a nuestro paso. Los diversos materiales y la técnica que utiliza hacen que sus figuras nos lleven a detenernos hasta en los mínimos detalles: cabellos, piel, arrugas, sin embargo, se trata de un artista, y por lo tanto, es SU mirada la que termina prevaleciendo, y la del espectador que se enfrenta con su obra.

La exposición:
En la Fundación PROA, en La Boca (Ciudad de Buenos Aires) se exponen 9 de sus obras en una gira que terminará en el mes de Febrero en Río de Janeiro. 
La 1ª obra con la que uno se encuentra es su propio rostro, bajo el aspecto de una gigantesca "máscara". Y el tamaño, ya sea por la desmesura como por un tamaño menor a la escala real, es lo primero que desconcierta. Pero no es lo único...
Las esculturas de Mueck sorprenden y nos interpelan por sus actitudes corporales, por los gestos, por las miradas, y hacen que nos sintamos conmovidos: no se trata SÓLO de hiper realismo. Se trata de obras de arte, donde la mirada del artista hace que el espectador se sienta involucrado y ponga en juego su propia y personal mirada. Las manos que se tocan, a sí mismos o a otros, las miradas que se encuentran y las que no, la ansiedad, la sorpresa, los sentimientos compartidos, todo está en esos personajes, en sus ojos, pero también en sus gestos y en sus cuerpos.
Mujer con las compras.
 Pareja joven.

Hombre en un bote.

A la deriva.












Mujer con ramas.
Juventud.

El artista trabajando.
















Todo lo que se diga o escriba será insuficiente, y no podrá reemplazar a la experiencia de estar frente a las obras. Una experiencia que será única y personal que vale la pena vivir.


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 (*) Plinio: Historia natural. Año 79. Al parecer, el más antiguo "trompe l'oeil" de la historia del Arte occidental.
(**) Denominados, justamente, la "Biblia en piedra".
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