2) Los relatos de biografías noveladas:
El Bateau Lavoir. Barrio de Montmartre. París.
Pero Pablo Picasso tiene también un lado oscuro, y es el novelista Norman Mailer[1] quien nos lo muestra. En una obra que tiene mucho de periodismo sensacionalista, muy al estilo de estos tiempos de mercado, Mailer se explaya en algunos detalles que no habían sido destacados antes: su cotidianidad con el alcohol y las drogas en los tiempos del Bateau Lavoir, una deslizada sospecha de homosexualidad con algunos de sus cercanos amigos, una traición a su amigo, el poeta Apollinaire, en ocasión del robo de unas estatuillas del Museo del Louvre. La obra de Mailer abunda en extensas citas tomadas de otros autores, muchos de ellos reconocidos especialistas en Picasso (Roland Penrose, Patrick O´Brien, John Richardson, Pierre Daix), pero también se vale de escritos de sus contemporáneos: diarios, cartas, documentos, memorias. Así desfilan, por ejemplo, Fernande Olivier ("Picasso y sus amigos", "Recuerdos íntimos" ), Françoise Gilot ("Vida con Picasso" ) , Gertrude Stein ("Autobiografía de Alice B. Toklas" ), el poeta Apollinaire ("Pablo Picasso" ), su marchante Daniel-Henry Kahnweiler, la biógrafa Arianna Stassinopoulos Hufftington, autora del libro "Picasso: creador y destructor" y muchos otros.
Algunas aristas de ese "lado oscuro" tienen que ver con las conflictivas relaciones amorosas que establecía con algunas mujeres. Celoso en extremo, tan posesivo como amante y compañero, no se privaba de tener relaciones simultáneas si estaba atravesando una crisis de pareja, o si se cruzaba en su camino una mujer que lo sedujera. En su obra "Vida con Picasso", Françoise Gilot descubre muchos de esos aspectos poco conocidos de Picasso, y por esa razón el pintor intentó, inútilmente, detener su publicación. También presionó para que no se publicaran los "Recuerdos íntimos"[2], la obra de Picasso exigió "grandes sacrificios humanos", y despliega algunos tétricos detalles: cuando su abuelo murió, Jacqueline Roque, su última mujer, les impidió asistir al funeral, y su hermano Pablito terminó suicidándose. Marie Thérèse tampoco pudo superar la muerte de Picasso y se ahorcó a los pocos años. Según muchos testimonios, el pintor absorbía a quienes le rodeaban, incluso a sus propios amigos. Uno de ellos comentó una vez:
"Picasso escoge los amigos como escoge sus colores cuando pinta un cuadro, cada uno a su debido momento y para un propósito concreto".[3]
Pero hay otro episodio vergonzante en su vida, y será mencionado por tener una directa relación con la obra que marca la bisagra de su trayectoria: "Las señoritas de Aviñón".
Cuenta Norman Mailer en su obra que un joven, Géry Pieret, quien había sido secretario de Guillaume Apollinaire, había una vez robado del Museo del Louvre unas estatuillas de arte íbero, y se las había vendido a Picasso, recomendándole que no las exhibiera. Este, según algunos sin saber su procedencia, las ocultó, pero no pudo privarse de incluirlas en cierta forma en la obra "Las señoritas de Aviñón". Se trata de las figuras ubicadas en 2° y 3° lugar, contando desde la izquierda. Pero en agosto de 1911 un hecho desgraciado vino a transformar lo que había sido una especie de broma, una "travesura intelectual", en una tragedia: el famosísimo cuadro de Leonardo, la Mona Lisa, había sido robada del Museo del Louvre. Picasso y Apollinaire, aterrados por el temor de ser acusados del robo, quisieron deshacerse de las estatuas, pero no se animaron. Idearon junto con su amigo André Salmon, crítico de arte del Paris-Journal, simular una devolución de las obras de un supuesto ladrón anónimo utilizando al periódico como neutral intermediario. Pero las autoridades no se dejaron engañar, y tanto Apollinaire como Picasso fueron detenidos. Eran sospechosos de integrar una banda internacional que pretendía esquilmar a Francia de sus tesoros artísticos. El primero fue acusado e interrogado. El segundo, solamente interrogado en calidad de testigo. Pero lo más penoso de todo el episodio fue que Picasso, al ser preguntado, negó conocer a su amigo, traicionándolo en el momento más difícil de su vida. Algunos allegados, entre ellos Fernande Olivier, pretendieron negar este hecho, pero lo cierto es que el mismo Picasso lo admitió años más tarde. Si bien podía llegar a entenderse su miedo aterrador a ser expulsado del país, nada puede justificar que haya renegado de su amigo en tales circunstancias, sobre todo de alguien, de quien se decía, hacía un culto de la amistad.
La Mona Lisa, finalmente, no había sido robada por Géry Pieret. Fue encontrada en Florencia dos años después. Había sido sustraída por un pintor italiano de brocha gorda llamado Vincenzo Peruggia, antiguo empleado del Louvre, que se había atribuido la misión de restituir la obra a su país de origen.
El poeta Guillaume Apollinaire.
3) La visión de las nuevas teorías sobre la Inteligencia:
En su obra "Mentes creativas" el científico Howard Gardner elige siete creadores que compartieron un período de tiempo que comienza, aproximadamente, a fines del siglo XIX y se extiende a lo largo del siglo XX, para ejemplificar la etapa final de desarrollo de las distintas inteligencias alcanzada por cada uno de ellos, según su teoría de las Múltiples Inteligencias. Los creadores elegidos son: Sigmund Freud (inteligencia intrapersonal), Albert Einstein (inteligencia lógico-matemática), Igor Stravinsky (inteligencia musical), Pablo Picasso (inteligencia espacial-visual), Thomas S. Eliot (inteligencia verbal-lingüística), Martha Graham (inteligencia kinético-corporal) y Mahatma Gandhi (inteligencia interpersonal)[4].
Refiriéndose a los detallados registros que llevaba de la mayoría de sus obras, Picasso argüía que las generaciones futuras iban a poder reconstruir todo el proceso de su creación. Dijo una vez al respecto:
¿Será la Nueva Ciencia de la Mente esta ciencia a la que Picasso se refería?
El autor de la Teoría de las Múltiples Inteligencias encuentra una gran similitud entre Picasso y Mozart. Ambos eran prodigiosos ya en las primeras décadas de sus vidas, ambos fueron firmemente animados por su padre y los dos se desplazaron hacia los centros europeos artísticos de su tiempo, donde concretaron sus desarrollos artísticos al nivel de cualquier artista coetáneo destacado. Luego dedicaron el resto de sus vidas a seguir sus propios derroteros creativos, aun cuando estos no coincidieran con el gusto dominante. Picasso tuvo mayores posibilidades que Mozart de disfrutar del reconocimiento y la fama, dado que su vida fue mucho más prolongada.
Gardner considera que la obra maestra definitoria del pintor español es Guernica, nombre de la pequeña ciudad vasca que había sido bombardeada el 26 de abril de 1937 por la aviación alemana. El año anterior Francisco Franco había iniciado una insurrección contra el gobierno de la República española, recibiendo el apoyo de los gobiernos fascistas de Italia y Alemania. Pablo Picasso, que hasta ese momento se había mantenido bastante al margen de las cuestiones políticas, tomó partido en forma inmediata por los republicanos de su país. Un testigo ocular describió el bombardeo con detalles espeluznantes: aviones "Junkers", en distintas pasadas, tiraron bombas sobre la ciudad. Eran dieciocho aviones que permanecieron durante más de una hora tirando una bomba atrás de otra. Pero más tarde, una nueva oleada de aviones lanzó sobre la destrozada ciudad y los aterrados pobladores que aún estaban con vida, una andanada de bombas incendiarias. Querían que el mundo creyera que los propios vascos habían sido los incendiarios[6]. Picasso había sido invitado a participar en la decoración del pabellón español de la Exposición Universal de París. De inmediato se puso a realizar esta obra de gran formato (mide aproximadamente 3 mts. de alto por 8 de ancho) como homenaje al doliente pueblo arrasado.
Guernica (1937). Pablo Picasso. Museo Reina Sofía. Madrid.
Según el autor:
..."La obra es al mismo tiempo de significado nacional e incluso global, aun cuando sea intensamente personal. Obra a un tiempo de composición clásica y de imágenes infantiles, "Guernica" comunica la visión del caos tal y como podría aparecer a un niño inocente. Picasso capta aspectos de todo conflicto, de los conflictos civiles españoles y de los conflictos en sí mismos en torno a la violencia, la sexualidad y la creación artística. Hace un enérgico alegato contra la guerra y una condena categórica del fascismo de Franco.(...) La obra es un summum bonum estético, con símbolos que habían acompañado la obra de Picasso durante muchos años, ahora yuxtapuestos con un caos controlado y un poder acumulativo nunca antes conseguido".[7]
La pintura estuvo durante muchos años en el MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York), ya que según Picasso la obra pertenecía al pueblo español, y solamente podría ir a España el día que Franco ya no viviera. En estos momentos se encuentra en el Museo Reina Sofía, en Madrid.
Si Picasso hubiese muerto luego de pintar esta obra, ella habría alcanzado para hacer de él el más importante representante de la plástica del siglo XX. Pero sus obras no explican ni cuentan su vida, como muchos biógrafos han querido demostrar, forzando incluso los hechos.
4) Miradas desde la estética:La profesora Rosalind Kraus[8], que analiza el valor estético de los collages de Picasso y sus recorridos artísticos posteriores a la Primera Guerra Mundial, presenta un enfoque bastante diferente a la del "artista biográfico", es decir, el artista que "explica" su vida a través de su obra. Su amigo Jaime Sabartés se refería a esta cuestión diciendo que
"...con cada nueva experiencia amorosa vemos progresar el arte (de Picasso): nuevas formas, otro lenguaje, una expresión particular a la que se podría dar el nombre de una mujer".
Contradiciendo esta idea, Kraus cita en su obra el trabajo de William Rubin[9] según el cual el lenguaje artístico de Picasso no estaba en absoluto determinado por la entrada o salida de escena de cada una de las mujeres que amó. Más bien era lo contrario. La necesidad de explorar ámbitos distintos de la expresión artística iba señalando un camino en el cual, algunas veces, aparecían estas mujeres para coincidir con esas búsquedas. Uno de los ejemplos apropiados para confirmar esta hipótesis es Marie-Thérèse Walter.
Hacía ya bastante que Picasso estaba explorando formas expresivas relacionadas con el surrealismo. Por el año 1926 las ideas de André Breton, padre del surrealismo, y las obras de Joan Miró, su compatriota, coincidieron en esa nueva búsqueda que el pintor estaba experimentando. Un arte producido en forma inconsciente, el llamado "automatismo psíquico", sedujeron a Picasso a probar nuevas formas expresivas. En sus cuadernos de bocetos continuó elaborando formas relacionadas con un cuadro que había realizado y al que él mismo consideraba como "surrealista"(se trata de "El taller de la sombrerera" ), en donde había comenzado a utilizar una especie de "meandro lineal" continuo, casi automático, emparentado con los rasgos estilísticos de Joan Miró. Esos bocetos lineales tenían ciertas constantes: en la mayoría de ellos aparecían cabezas y torsos de muchachas. En las cabezas se mostraba una fusión entre el perfil y el frente del rostro produciendo una dualidad en una cabeza única. El otro elemento constante era la forma de la cabeza femenina: un rostro oval ancho, la nariz de perfil griego (uniendo en una línea la frente y la nariz) y el cabello rubio muy corto. Estos rasgos repetidos, y, siguiendo la lógica del surrealismo, como un automatismo inconsciente, se corporizaron un año después en el rostro de Marie-Thérèse. Picasso la vio en las calles de París, saliendo de las Galerías Lafayette. Corrió detrás de ella y le dijo:
"Mademoiselle, tiene usted un rostro interesante. Me gustaría pintar su retrato. Soy Picasso".
Según cuenta la misma Marie-Thérèse, esto pasó en enero de 1927, cuando ella tenía 17 años. Como ella era menor de edad y además el pintor estaba casado, la relación entre ambos se transformó en clandestina. Dice Kraus:
"La evidencia del cuaderno de bocetos de 1926 y su fantasía posiblemente inconsciente, tanto de un objeto sexual como de una red estilística dentro de la cual situarlo, sugeriría (...) que Picasso, luego de haber inventado este viraje en su arte, salió a la calle y lo encontró" [10].
Marie-Thérèse. Pablo Picasso (1937). Museo Picasso de París.
La misma Françoise Gilot comentó que Picasso le había dicho al comienzo de su relación:
"¿Sabes? Siempre me han obsesionado algunos rostros, y el tuyo es uno de ellos" [11].
Y también le había comentado en otra ocasión:
"Estoy conociendo a seres que pinté hace veinte años".
Estos testimonios muestran a un artista que crea su propia biografía, en vez de dejarse influir por ella.
5) El mito fáustico:
En la obra de Gardner, Mentes creativas, el autor encuentra que en todos los casos ejemplares que él presenta se da una constante: todos ellos, de una manera o de otra, se fueron introduciendo en algún tipo de acuerdo fáustico a fin de preservar sus dotes extraordinarias.
En el caso particular de nuestro artista, parece que desde sus primeros años algunos acontecimientos marcaron su extremada sensibilidad para siempre. Se cuenta que cuando su pequeña hermana Conchita enfermó de difteria Pablo hizo una promesa: si su hermanita se salvaba él nunca más volvería a pintar. Pero su hermanita finalmente murió, y esa suerte de pacto con Dios no cumplido parece haberlo conducido a algo así como un "permiso para todo lo que quisiera", en su vida artística y personal. La culpa por esta especie de "venganza" no lo abandonó nunca. Era extremadamente supersticioso y vivía obsesionado con el miedo a la muerte y a las enfermedades, al menos es lo que cuentan quienes estuvieran cerca de él alguna vez.
Pero ese pacto fáustico también puede percibirse escuchando las voces de quienes lo amaron y lo sufrieron. Tan amado como odiado, muchos de los que lo acompañaron en su vida padecieron sus manipulaciones, sus desprecios y sus celos. Fue acusado de misógino, pero también de cruel y egoísta, alguien que exigía fidelidad absoluta sin corresponder en la misma medida. Pero quienes más lo sintieron fueron las mujeres que lo amaron: a la manera del minotauro de Creta, parecía necesitar cada vez más que ellas se sacrificaran a sus deseos.
Con perversa inmodestia había dicho una vez:
"Cuando yo muera, será un naufragio y, como cuando un barco enorme se hunde, mucha gente de alrededor se irá al fondo con él" [12].
El precio por su genialidad lo pagaron sus amores crueles y tiránicos, sus amistades manipuladas. No pudo evitar ser, además de un genio creador, un destructor del amor. Tal vez, como en el caso del Ciudadano Kane, sea un enigma imposible de resolver, o quizás al final,
Alguien que ve todo desde el anverso de la trama tenga la clave para comprenderlo.
Maria Rosa Diaz. "Mirar y vers: reflexiones sobre el arte". Editorial de los Cuatro Vientos. Buenos Aires. 2005
Bibliografía consultada:
· "Pablo Picasso". Wilfried Wiegand. Biografía. Tribuna de Plaza y Janés.
· "Pablo Picasso. El genio del siglo". Ingo F. Walter. Taschen.
· "Picasso 1 y 2". Gran Biblioteca Sarpe.
· "Picasso. Retrato del artista joven". Norman Mailer. Alfaguara.
· "Los papeles de Picasso". Rosalind E. Kraus. Gedisa.
· "Recuerdos íntimos. Escritos para Picasso". Fernande Olivier. Parsifal ediciones.
· "Mentes creativas. Una anatomía de la creatividad". Howard Gardner. Paidós.
· "Pablo Picasso". Eugenio d´Ors. El acantilado.
Película:
· "Sobreviviendo a Picasso", dirigida por James Ivory, basada en el libro de Arianna Stassinopoulos Huffington "Picasso: creador y destructor".
[1] "Picasso. Retrato del artista joven". Norman Mailer.
[2] "Picasso, mi abuelo". Marina Picasso (Diario "Yucatán", Mérida, 5 de Diciembre de 2001).
[3] Jaime Sabartés, citado por John Richardson ("Vida de Picasso. Vol. 1)
[4] Tiempo después, H. Gardner reformuló su teoría e incluyó una 8ª inteligencia, la naturalista, y puso como ejemplo de su máximo desarrollo a Charles Darwin.
[5] Brasaï (seudónimo de Gyla Halasz, fotógrafo francés nacido en Brazo, Hungría): "Conversaciones con Picasso".
[6] "Pablo Picasso". Wilfried Wiegand.
[7] "Mentes creativas. Una anatomía de la creatividad.". Howard Gardner.
[8] "Los papeles de Picasso". Rosalind E. Kraus.
[9] "Picasso and Portraiture". William Rubin.
[10] Rosalind E. Kraus: op.cit.
[11] "Vida con Picasso". Françoise Gilot.
[12] Howard Gardner: op.cit. Tomando la cita del libro "Picasso: creador y destructor", de Arianna Stassinopoulos Huffington.
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