07 enero, 2007

COMO LEER UNA IMAGEN


¿QUÉ VEMOS CUANDO MIRAMOS?[1]

A través de las ondas de la radio que transmiten las noticias de la mañana, se escucha al periodista y conductor comentar la tapa de un diario. La memoria visual acude de inmediato para conformar una imagen mental. Según cuenta el periodista, se trata de la reproducción de una obra de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina que muestra la Creación de Adán. El periodista, con familiaridad, agrega al virtual oyente:

_”Es la del dedito... ¿viste?”

Tapa del diario : 05/10/1999 (Buenos Aires).

La noticia a la que la portada del diario se refiere[2] es substancial desde un punto de vista político-jurídico, y esto seguramente habrán opinado los que decidieron colocarla en el lugar más importante del diario. Lo interesante para este análisis es la manera que en un espacio y momento determinados juegan imagen y palabra: una noticia, una obra de arte consagrada, un diario, un titular. La noticia está referida a la situación de un “general golpista” (como lo llama el diario) y el presidente de la Nación en ese momento: Carlos Menem. A pesar de que supuestamente el general ha violado la Ley de Asilo haciendo declaraciones políticas dirigidas a sus compatriotas, el gobierno argentino decide no aplicar ninguna sanción y continuar manteniendo dicho asilo.

Como suele ocurrir con las tapas de los diarios, la noticia elegida es aquella que la empresa periodística considera como más importante del día, según distintos criterios: comerciales, políticos, sociales, etc. Este diario en particular (Página 12), se caracteriza por elaborar las tapas de una manera singular. Otorga un papel relevante a la imagen, y la relaciona con títulos originales y de impacto. Tanto las imágenes como el titular fundamental, así como la relación entre ambos, están habitualmente cargados de sobreentendidos y de múltiples referencias. Además de marcar claramente la posición ideológica del diario, puede decirse que el lector al que apunta es medianamente informado, con una cierta base cultural y de clase media instruida. Las tapas así como los titulares están plagados de intertextualidades relacionadas con la literatura, el cine, el arte, la poesía.

La noticia del día para este diario está presentada por medio de una tapa particularmente atractiva: por medio de un fotomontaje, se han ensamblado las imágenes de la " de Adán" hecha por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina con los rostros del general paraguayo Lino Oviedo en el lugar del rostro de Adán y del ex presidente Carlos Menem, en el lugar de Dios Padre. Para dar espacio al conjunto se cambió la disposición de la hoja, habitualmente en posición vertical a horizontal. El gran titular que acompaña las imágenes dice PERDONAR ES DIVINO. Como se ve, ha sido cambiado el sentido de “transmitir la vida” que acompaña la imagen de la Creación, por el de “perdonar”, pero la relación de poder entre las figuras se mantiene: aún cuando alguien estuviera poco informado sobre la situación política de Argentina de esos tiempos, tendría una idea clara sobre lo que el diario opina acerca del poder que el Presidente cree y desea tener.

Pero lo que resulta más atractivo para el análisis va más allá de la relación entre la noticia y la utilizada para transmitirla. Tiene que ver con el uso de determinadas imágenes en los medios de difusión masiva gráfica.

Se exhibió la portada del diario en la cartelera del colegio dedicada al arte, acompañándola con una reproducción de la obra original de Miguel Ángel y una serie de preguntas:

EL GRAN ARTE DA PARA TODO:

¨ ¿Supervivencia de las grandes obras?

¨ ¿Desacralización del arte?

¨ ¿Irreverencia religiosa?

Las reacciones que se produjeron fueron variadas: para algunos chicos la imagen resultada muy desagradable, chocante, particularmente por ver al General paraguayo ocupando el lugar de Adán, para otros era indiferente, para un tercer grupo la respuesta era altamente favorable: la tapa era divertida, ingeniosa y original.

Por de pronto, el cuidado puesto en respetar la calidad de la imagen, no solamente dándole un espacio que tiene en cuenta el formato (armado horizontal de la página) sino especialmente por el uso del color y por la calidad del fotomontaje, revelan una clara intención de dar a la imagen una presentación adecuada y enaltecedora. Sin embargo, podría decirse que todo lo mencionado no sería necesario si lo que se deseara fuera solamente llamar la atención del futuro lector. Está claro que la intención va más allá de ese intento. A lo que se apela es a conmover a un lector medianamente informado y hacerlo partícipe de un juego. Este lector es conocedor de, al menos, las obras más famosas del arte occidental, y por supuesto la bóveda de la Capilla Sixtina está entre ellas, y también Miguel Ángel goza de gran popularidad entre el lector medio de la Ciudad de Buenos Aires, que es donde mayoritariamente se distribuye este diario.

Sin embargo, hay otros caminos por los cuales puede decirse que esta obra resulta familiar para un público más amplio. Así como La Gioconda se ha popularizado y hasta vulgarizado perdiendo su sacralidad, su "aura" (a la manera de Walter Benjamín[3]), podríamos decir que la Creación de Adán se ha multiplicado hasta el infinito, no solamente a través de innumerables reproducciones (sobre todo luego de la restauración de 1984), sino que ya está transformada. La sinécdoque[4] producida con las manos de ambos a punto de tocarse ha recorrido el mundo (al menos el occidental) en miles de reproducciones que las han seccionado de la obra original dándole identidad propia. Las manos de Dios y Adán ya son una obra aparte. Utilizadas en la publicidad, en los graffiti y hasta en el cine, cualquiera puede hoy reconocer en ellas ese gesto supremo del transmitir la vida o la gracia que está presente en la obra sixtina. En la película "E.T.", Steven Spielberg consagró el mismo gesto en una escena: el pequeño protagonista es sanado de una herida en su dedo por el “dedo luminoso” del extraterrestre quien, haciendo contacto con él, produce el “milagro” de la curación. Por otro lado, la difusión de la película también utilizó como imagen de promoción las figuras de ambos personajes en la misma escena. Cuando el director aplica la figura de la curación a través del dedo índice, no hace más que tomar un “tipo”, un modelo de imagen que ya está muy reconocido e incorporado al mundo simbólico. Pero con la nueva creación artística que es la película, se da un nuevo impulso a la imagen que recarga su sentido nuevamente. Cuando el periodista cita la obra mencionándola como “la del dedito”, no sabemos a cuál de las imágenes se podrá “enganchar” simbólicamente el virtual lector: ¿será a la pintura de Miguel Ángel? ¿A las miles de reproducciones fragmentadas de las manos de ambos personajes? ¿O será la imagen transmitida por la película "E.T."?







Afiche de la película "E.T." de Steven Spielberg.





Apelar a las obras de arte consagradas es un recurso muy eficaz, es una práctica reiterada que muchos medios gráficos utilizan en nuestro país y que efectivamente parece atraer de manera infalible. Diarios, revistas, fascículos coleccionables, libros en los kioscos o en librerías, reproducciones, periódicamente se nutren de ellas.

En cuanto al fotomontaje, es indudable que añade la cuota de ejercicio lúdico a que el diario tiene entrenado al lector: se trata de descubrir qué personajes se esconden detrás de las figuras consagradas y cuál es el sentido de la transformación de la imagen. Desde ya que encontrar una imagen artística en el contexto de la portada de un diario lleva casi automáticamente a la relación con la actualidad, pero no deja de ser atractivo de todas formas el descifrar el sentido. A esos efectos, el texto nos orienta de manera clara: PERDONAR ES DIVINO, dice el titular. Si bien el significado de la obra original está alterado (ya que lo que se transmite es la vida y no el perdón), es evidente que se mantiene el gesto de la transmisión desde una figura de la máxima autoridad y/o poder hacia otra que lo recibe. Por otra parte, es también manifiesta (porque es una actitud también muy conocida) la toma de posición del diario (Página 12) respecto de las actitudes presidenciales: una postura crítica que aquí se ha elevado hasta la ironía y el sarcasmo: el presidente se siente o se cree Dios.

Colocar la reproducción en la cartelera de la escuela reservada para el Arte tenía varios propósitos:

1. Motivar la realización una lectura crítica de la portada del diario.

2. Dar a conocer la reproducción de la bóveda de la Capilla Sixtina tal como se observa después de la restauración para enfatizar la relación entre ambas imágenes.

3. Observar las reacciones de los alumnos, principales destinatarios de la cartelera de arte.

Los resultados obtenidos fueron variados: algunos fueron divertidos por lo ocurrentes, otros fueron menos afortunados.

Si los observadores eran varones, encontraban la realización original e ingeniosa. Con las chicas la cuestión fue distinta: algunas hasta se manifestaban molestas y les resultaba desagradable desde distintas perspectivas: por la yuxtaposición de una obra de arte con la cara de un personaje tan poco simpático o por ver a la figura presidencial ocupando el lugar de Dios.


En otro diario local[5], que tomó a su vez la noticia de un diario europeo, se lee este titular:

Los límites de la publicidad

FRANCIA: La Iglesia, en guerra con Volkswagen.

Una campaña de esa fábrica automotriz muestra a Cristo en la Última Cena promocionando al modelo Golf. El caso está en la Justicia.

Según agrega más adelante la información, la publicidad acompaña la imagen de la "La Última Cena" con un texto que dice:

"Amigos míos, regocijémonos, pues ha nacido un nuevo Golf"

"LA última cena". Leonardo da Vinci.

Refectorio de Santa María de las Gracias. Milán.

(Luego de la restauración)

La noticia hace referencia a que la alta jerarquía de la Iglesia Católica de Francia se había irritado de forma tal que había iniciado, a través del Episcopado local, acciones legales contra la firma por considerar que la campaña "atenta contra un símbolo central de la fe cristiana".

Cuando analizamos las distintas funciones que una imagen tiene, según la intencionalidad del emisor, el sentido de la imagen está determinado desde el comienzo. Una imagen puede servir para informar (si se trata por ejemplo de una imagen periodística), para persuadir (si se desea convencer de algo al receptor, como es el caso de la imagen publicitaria), para recrear (cuando se busca deleitar como principal objetivo), o para expresar (cuando el emisor-autor hace llegar al receptor sus emociones, sentimientos, ideas, etc.). Es el caso de una imagen artística, por ejemplo.

Si el análisis de las funciones de la imagen lo hacemos desde el punto de vista lingüístico, deberemos seguir el esquema de Roman Jakobson[6] según el cual una imagen puede ser:

Emotiva: si está centrada en el sujeto receptor (por ejemplo, un retrato).

Conativa: cuando la imagen actúa sobre el destinatario para que se focalice en el mensaje (por ejemplo, la propaganda o la publicidad).

Referencial: si está referida al contexto y orientada al contenido (se trata de la imagen que informa, científica o periodística).

Poética o estética: relacionada con el sentido del mensaje (una obra de arte, por ejemplo).

Y éstas serían las que más nos interesa analizar en este momento. Las clasificaciones realizadas de las distintas funciones de la imagen son muchas. Nos referiremos solamente a las más conocidas y sencillas de comprender con algunos ejemplos. Como puede notarse a esta altura, es muy difícil que una imagen posea una única función, se trate de la función que el emisor le impone o la que se le atribuye según el análisis lingüístico. Las imágenes pueden tener una función predominante o más de una función importante. De hecho, las imágenes (según la semiología) son "polisémicas", porque los sentidos que pueden atribuírseles son muchos, entrecruzados y variados.

Pero algunas veces no es tan sencillo descubrir cuál es la función predominante en una imagen, aun en el caso de que ésta haya sido realizada con una finalidad concreta. Distintas circunstancias hacen, ya desde el proceso de creación, que esa imagen aparezca cargada de valores que superan la función primaria. Si el artista que la realizó es talentoso, famoso o genial, aun cuando esa imagen fuera realizada con una función emotiva o religiosa, se le habrá incorporado un valor estético, expresivo, al sentido de la imagen.

Creo no equivocarme al decir que es el caso de La última cena de Leonardo da Vinci. Los monjes de la iglesia de Santa María de las Gracias, en Milán, encargaron al artista que pintara una imagen de La última cena, un tema muy conocido por esos tiempos (Renacimiento) y habitualmente elegido para presidir un refectorio. Hay muchos ejemplos similares en otras ciudades (por ejemplo, en Florencia: los frescos de Domenico Guirlandaio o de Andrea del Castagno). Es decir que la imagen que Leonardo debía pintar iba a tener una primordial función emotiva-religiosa que pudiera acompañar de manera piadosa a los monjes en sus almuerzos y cenas, junto con las lecturas de los libros sagrados. Sin embargo, por tratarse de un pintor como Leonardo da Vinci, muy valorado y respetado como artista ya en esos tiempos, cabía esperar que la obra tuviera además un importante valor estético. Y lo tuvo, indudablemente: la obra representa uno de los ejemplos más bellos y acabados del arte del Renacimiento. (Ver artículo relacionado en http://yo-y-el-arte.blogspot.com/2006/11/las-imgenes-de-leonardo.html).

Con el paso de los siglos la obra fue difundiéndose y siendo conocida por millones de personas: muchos visitantes la contemplaron en el refectorio, otros la conocieron por los millones de reproducciones, o por las noticias que la involucraron de distintas maneras, ya que el fresco comenzó a deteriorarse muy tempranamente, pero además se salvó milagrosamente de la destrucción durante la 2ª Guerra Mundial. Para colmo, su reciente restauración fue muy criticada. Lo cierto es que, en el presente, es muy difícil que alguna persona no conozca la imagen de La última cena pintada por Leonardo, especialmente luego de la promocionada novela El Código da Vinci. Algunos, como Walter Benjamin, dirán que perdió su "aura". Otros, que la imagen está incorporada al imaginario de todos, y por lo tanto, admirada en forma masiva.

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Una imagen que nació con un sentido religioso, al que se le incorporó un valor estético, hoy reconocido por todo el mundo, pero que además es visitada por la gran mayoría de las personas especialmente por poseer dicho valor estético, ¿puede ser considerada patrimonio exclusivo de un grupo religioso para el cual fue realizada? Es cierto que la imagen de Cristo en medio de sus apóstoles, tan bellamente realizada, conmueve a las almas piadosas que evocan la escena evangélica, pero ¿se conmueven menos los que se maravillan con la magnificencia de la escena, con el equilibrio de la composición, con la dulzura de un rostro perfecto? Además la escena, si bien está dispuesta sobre uno de los muros del refectorio de lo que era un antiguo convento junto a la iglesia, para poder apreciarla en el presente el visitante debe abonar el valor de una entrada, de la misma manera que si ingresara a un museo. Algo similar a lo que ocurre con la Capilla Sixtina pintada por Miguel Ángel, o los frescos pintados por Massacio en la iglesia del Carmen en Florencia, y con cientos de ejemplos más. Por consiguiente, es casi imposible afirmar hoy que esas bellas imágenes son sólo religiosas y por lo tanto patrimonio de los fieles del credo que les dio origen. Hoy ya pertenecen a todos. Y ya sabemos cómo los elementos simbólicos son reinterpretados, vueltos a elaborar y resemantizados. En infinidad de ámbitos podemos ver la cara de la Gioconda, o las manos de Dios y Adán de la Sixtina, o la cara de la Venus de Botticelli, por nombrar sólo unos pocos de los innumerables ejemplos que existen.

Tapa de Página 12. Daniel Paz. (Con motivo de la formación del gabinete ministerial del presidente Fernando de la Rúa).

En consecuencia, a estas alturas parece desmesurado considerar que siempre es ofensiva la apropiación de una imagen con una finalidad distinta de la que le fue atribuida en sus comienzos. Si después de 400 años una imagen sobrevive y renace, aunque aparezca con otros códigos que la recrean, más que agravio es un cumplido, un tributo. Cabe más bien el orgullo de pertenecer a una cultura que posibilitó el nacimiento de artistas tales y obras tan maravillosas que ahora son de todos.

María Rosa Díaz. "Mirar y ver: reflexiones sobre el arte". Editorial De los Cuatro Vientos. Buenos Aires. 2005.

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Bibliografía:

§ Imagen y educación: Miguel Ángel Santos Guerra. Magisterio del Río de la Plata.

§ Introducción al análisis de la imagen: Martine Joly. Biblioteca de la mirada.

§ Lectura de imágenes: Roberto Aparici, Agustín García Matilla.

§ El poder de la imagen: Jorge Frascara. Ediciones Infinito.


[1] Publicado en la revista Aula Abierta, N° 92, 2000.

[2] Tapa del diario Página 12 (05/10/1999).

[3] “El arte en la era de la reproductividad técnica”, Walter Benjamin.

[4] Sinécdoque: figura retórica que consiste en extender, restringir o alterar la significación de las palabras tomando el todo por la parte o viceversa, el género por la especie o al contrario, etc.

[5] Diario "Clarín", 05 de febrero de 1998, París. Le Monde. Especial para Clarín.

[6] Roman Jakobson: lingüista ruso nacido en 1896.

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1 comentario:

Angie dijo...

A María Rosa Díaz,

Soy estudiante de Liceo Artístico en Barcelona, España.
Durante este año he tenido que hacer un trabajo de libre tema de gran importancia para el fin del curso.
Elegí "Simbología del Espejo en el Barroco".
Durante mi búsqueda de información encontré tu reseña de "Espejos, Imágenes y Reflejos". Quería felicitarte por tan buena reseña, es realmente un escrito perfecto, lo reune todo y a la vez es sintético. Me ha ayudado mucho a la hora de marcarme unas pautas, a más de la información que me ha proporcionado.

Me he enamorado por los espejos, toda su simbología me ha llegado a lo más profundo. Adoro que, a lo largo de la historia, la gente variase tanto de forma de pensar, tanto es el reflejo una mentira, solo una imagen, como llega a ser la verdad más real. Un engaño al ojo humano y un objeto tan perfecto ópticamente hablando.
Me han embelesado.

Nada más por decir. Encantada de haber leído tu reseña, realmente me encantó.
Ángela Oliver Colombo, estudiante de Arte en EA.MASSANA

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