02 diciembre, 2010

Pompeya: tesoros y secretos en peligro.

Presencia de lo erótico en la vida cotidiana.
En estos días se supo a través de las noticias llegadas de Italia, que en las famosas ruinas de Pompeya (Nápoles) se han producido nuevos derrumbes. El diario La Repubblica editorializa la noticia que ya recorrió el mundo enmarcándola en el descuido que, según opina el diario, la política de Berlusconi tiene a toda la cultura. El nuevo desmoronamiento de dos paredes de la antigua ciudad, debidos a las abundantes lluvias producidas en la región en los últimos días, ha traído alarma por la posible pérdida de tan importante tesoro arqueológico de Italia y de la cultura clásica. Según el editorial, hay más ciencia de la restauración y más técnica de la conservación en el rostro rehecho de Berlusconi que en las ruinas de Pompeya. Asimilando las protestas estudiantiles de los últimos tiempos con el presente pompeyano, dice el editorialista que los estudiantes también deberían protestar en las ruinas de Pompeya: "La cultura viva y la cultura muerta, en la misma lucha".
La antigua ciudad de Pompeya, una de las varias ciudades edificadas en las laderas del monte Vesubio, era una ciudad pequeña (comparada con la gran urbe que era Roma) pero con un importante movimiento humano, comercial y cultural. Construída con todo el confort del que los romanos dotaban a sus ciudades, contaba con una importante infraestructura edilicia y urbana, con acueducto, baños termales, teatro y anfiteatro, templos y por supuesto, las famosas villas. En el año 62, antes de producirse la funesta erupción del Vesubio, Pompeya había sido sacudida, literalmente, por un terremoto que dejó a la ciudad prácticamente en ruinas.  Pasado el penoso episodio, lentamente la ciudad fue reconstruida. Pero el fatídico año 79 d.C. marcó para siempre su destino. El Vesubio entró en erupción y varias ciudades edificadas en sus laderas, vecinas al mar, fueron sepultadas. Algunas por la lava, como Herculano, otras como Pompeya, por una lluvia de piedras y cenizas. Muchos lograron escapar huyendo hacia el mar Tirreno, pero muchos otros quedaron allí, como mudos testigos congelados para siempre. Golpeados por las piedras, asfixiados por los gases tóxicos emanados del volcán, muchos quedaron atrapados entre los muros de la ciudad que se derrumbaba. Plinio el joven, sobrino del famoso naturalista Plinio el Viejo, fue junto con su tío, testigo de la tragedia, a la que el más anciano no pudo sobrevivir.´
Había pertenecido primeramente a los griegos, quienes la tomaron como ciudad portuaria y le imprimieron su importante sello helénico. Luego los romanos la incluyeron dentro de los dominios del imperio, pero la ciudad nunca dejó de tener esa importante impronta griega, tanto en su idioma (los pompeyanos hablaban tanto el griego como el latín), como en su religión y cultura en general.
La ciudad sepultada se transformó durante muchos años en una ciudad fantasma, ciudad cementerio, hasta que casi se habían perdido rastros de ella. De ella y de las otras ciudades sepultadas: Herculano, Stabias, Boscoreale. Nadie se aventuraba a descubrir lo que la naturaleza había sepultado. En el año 1594 el conde Tuttavilla quería hacer llegar agua hasta su finca, y al realizar excavaciones se dio por casualidad con las ruinas sepultadas de Pompeya. En ese momento se creyó que sólo se trataba de una antigua villa romana. Hacia el 1748 comenzaron a realizarse exploraciones en las ruinas. Pero éstas fueron más que nada incursiones improvisadas y de buscadores de tesoros arqueológicos. Las exploraciones serias y metódicas recién comenzaron en el siglo XIX y gracias a los trabajos del arqueólogo Giuseppe Fiorelli. En el presente, la mayor parte de la ciudad ha sido descubierta, y como consecuencia del tipo de siniestro producido, los hallazgos descubrieron a una ciudad prácticamente intacta.
Así salieron a la luz las villas, los templos, las calles con sus canaletas, sus baños públicos y termas, las tabernas y prostíbulos, las esculturas y las hermosas decoraciones de pinturas al fresco y mosaicos.
Al igual que en todas las ciudades del Imperio Romano y que en la misma Roma, los habitantes de Pompeya amaban el buen vivir y el confort. Las villas contaban con aireadas habitaciones, jardines, piscinas e impluvium. Podían verse en sus paredes bellos frescos con escenas de la mitología, naturalezas muertas, animales y escenas y objetos de la vida cotidiana. También imitaciones de materiales decorativos  y paisajes con profundas perspectivas. Mucho antes que los florentinos aplicaran de manera científica la perspectiva, los pompeyanos (pero también los romanos) mostraban paisajes míticos con profundidades espaciales.
Las esculturas más hermosas y los más bellos mosaicos están en el presente resguardados en el Museo Arqueológico de Nápoles, pero muchos otros se conservan en el lugar. Todavía pueden verse a la entrada de algunas villas mosaicos y pinturas que no tenían un único sentido decorativo, sino que cumplían la función de alertar al visitante, de espantar a los indeseables o de propiciar la buena fortuna. Mosaicos como los del famoso cave canem (cuidado con el perro) era muy habitual encontrarlos en el piso a la entrada de muchas de estas residencias. Los había muy simples (con color plano, sin detalles) hasta los muy elaborados y realistas.

También era habitual encontrar bellísimas y complejas pinturas murales, como las de Villa de los Misterios, con temas de iniciación de los ritos dionisíacos, y con un "moderno" sentido del realismo pictórico.

Pero las decoraciones pompeyanas no se limitaban a las figuras cotidianas, o las escenas mitológicas. También fueron encontradas muchas pinturas y mosaicos de un alto contenido erótico, como las pertenecientes al prostíbulo, el lupanar o los baños, que pueden verse a continuación.

Pero algunas figuras son todavía más explícitas, si cabe, y son las referidas a un personaje cuya imagen, tenía el sentido de propiciar la fertilidad, aunque también representaba la virilidad y el amor carnal. Se trata de Príapo, un dios menor de la mitología griega quien había sido castigado a permanecer para siempre con su miembro erecto, sin poder nunca concretar la unión carnal y en perenne sufrimiento. A pesar de su dolorosa historia, la figura de Príapo era portadora de buena fortuna y servía para asustar a visitantes no deseados. Según la mitología, Príapo había nacido de la unión entre Afrodita y Dionisos, pero fue castigado ya estando en el vientre de su madre, por los celos de Hera, rival de Afrodita, y nació deforme. Su madre lo abandonó en el bosque por no soportar su deformidad y fue así recogido y criado por unos pastores que lo adoraron como a un dios.
Príapo pesando su miembro. Fresco de Pompeya.
Estas imágenes de Príapo solían aparecer pintadas en una pared, justo a la entrada de las villas, para de esa manera poder ser vistas por los visitantes apenas ingresar a las mismas. La imagen de Príapo, aun sin tratarse de uno de los dioses principales, gozaba de gran popularidad entre el pueblo, y se consideraba tal vez más cercano y familiar que los otros dioses del panteón. Por esa razón son muy frecuentes sus representaciones. En este caso, se trata de dos esculturas, pero también se hallaron lucernarios y lámparas de aceite con la figura del dios.

La historia de Príapo y su deformidad ha llegado hasta nuestra cultura bajo el nombre de una enfermedad masculina: el priapismo. Sin embargo, las figuras fálicas no son privativas de las culturas clásicas, así encontramos por ejemplo en América, un personaje de características similares: el Curupí.

"Deidad guaraní, fortachón y petiso, con grandes bigotes que anda por el monte a la hora de la siesta. Camina en 4 pies arrastrando un exagerado miembro viril con el que enlaza a susvíctimas (en la ilustración del libro de Colombres 1986 tiene verdaderamente la extensión de un lazo). Y éste es además su punto débil: si te enlaza se lo tenés que cortar para dejarlo inofensivo. Persigue preferentemente mujeres, sorprendiéndolas cuando van por leña. Con sólo verlo, éstas se vuelven locas. Dicen que su cuerpo es de una sola pieza (o sea carente de coyunturas) y con los pies dirigidos hacia atrás. Por ello es fácil burlarlo trepándose a un árbol ya que no puede subir. Según esta versión, es antropófago y prefiere la carne de niños o mujeres. Los guaraníes lo han usado para mantener a las mujeres lejos de los peligros de la selva y del rapto. Aparentemente el Curupí es otro padre de hijos naturales." (fuente).




















Si la figura de Príapo o la de Curupí guardan alguna relación entre sí es, justamente, por la importancia dada al miembro viril, que en tantas culturas es símbolo de poder,  de autoridad y de rango social, ya sea sobre las mujeres como sobre los mismos hombres.

El culto al falo es una de las prácticas religiosas más antiguas que se conocen y probablemente estaba relacionada con el culto a la fertilidad, recordemos que cuando Zeus (Supra) "separó" al andrógino, también lo hizo con el fin de que se procrearan mayor número de hombres y así, rendir más culto a sus templos.
El falo aparece ya representado en las pinturas paleolíticas, por ejemplo en las cuevas de Altamira y de Lascaux. También aparece en el arte parietal levantino: en Cogull (Lerida) se conserva una pintura que representa una danza ritual de carácter fálico, en la que nueve mujeres bailan alrededor de un hombre totalmente desnudo con un gran pene. Así mismo, los menhires paleolíticos se han interpretado como representaciones megalíticas de penes.
En Trecia existía el culto a Príapo, hijo de Afrodita y de Dionisio; era representado como un hombrecito en actitud burlesca y provisto de un enorme pene, el cual pesa en una balanza. El otro plato de dicha balanza, contiene una bolsa repleta de monedas de oro, simbolizando no sólo el peso del pene, sino además, su valor y estima. A él se le rendía culto, en cuyo honor se celebraban grandes orgías fálicas.
En la antigua Roma, el culto fálico continuó. En las ruinas de Pompeya se han conservado numerosas representaciones fálicas, tanto en pinturas como en esculturas.(artículo completo aquí).
No es incumbencia de esta nota establecer alguna similitud entre estos personajes míticos y el 1º ministro italiano, a pesar de la fama de ícono sexual que construyó de sí mismo. Sin embargo, si el cavaliere Berlusconi continúa sin dar auxilio al resguardo de los bienes culturales como el caso de las ruinas de Pompeya, mucho de lo que la ciudad guarda como tesoros podría perderse. Y eso es algo que la Historia no le va a perdonar, más allá de la fama que hoy se empeñe en construirse.


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