PABLO PICASSO
(1ª parte)
El que fuera alguna vez el todopoderoso Sr. Kane[1] agoniza en su mansión. De su mano se desliza una bola de cristal que, al caer, se estrella en pedazos. Mientras, sus labios exhalan una última palabra:
_¡Rosebud!...
¿Qué significa?
El hombre a quien todo el mundo cree conocer oculta un misterio, y para develarlo se busca el testimonio de quienes lo conocieron: el gerente del Inquirer, su diario, el mayordomo de su mansión, su segunda esposa, el mejor amigo. Ninguno de ellos da la clave para resolver el enigma. Pero en cambio, abundan relatos que construyen una personalidad dominante, egoísta, tiránica. "Rosebud" es sólo una palabra, pero es la pieza que falta en el rompecabezas "Kane". Sólo el espectador, al final, será capaz de descifrar el misterio.
Muchas veces me he preguntado respecto de determinadas personalidades cuyas obras maravillosas admiramos, si aquello que crearon, capaz de proporcionarnos irrepetibles experiencias estéticas, hubiera existido de no haberse dado algunas "particulares" condiciones. En el caso del "Ciudadano Kane", ¿hubiese sido quien fue, para bien o para mal, de no haberse separado de su feliz infancia cuando jugaba con su trineo en la nieve? Si el pequeño Mozart hubiese sido tan sólo un niño feliz y despreocupado, ¿habría creado las extraordinarias obras que hoy disfrutamos? Cabe finalmente preguntarse si es inexorable que el florecimiento de talentos geniales deba pagar el precio de una paz perdida, de relaciones afectivas infelices o del sacrificio de los otros. La misma duda se plantea al acercarse a la vida del genial Pablo Picasso, una de las personalidades artísticas más ricas, complejas y polémicas del siglo XX. También aquí serán presentadas distintas voces que nos hablarán de él, de su vida, de su obra, de sus relaciones, de sus éxitos y de sus contradicciones. Poder reconstruir el "enigma Picasso" tal vez no sea una tarea fácil.
Pablo Picasso nació en Málaga, España, el 25 de octubre de 1881. Su padre, también pintor, se llamaba José Ruiz Blasco y le enseñó desde muy pequeño las reglas de la pintura académica. Era un pintor mediocre, especializado en pintar palomas y pájaros. Este temprano vínculo paterno puede ser una clave para comprender algunas cuestiones de su vida futura. Por de pronto, Pablo contó que nunca pintó como un niño, que desde siempre su estilo fue el de un adulto. Por eso explicaba cómo había luchado por recobrar un arte infantil perdido para siempre.
"Desde niño pintaba como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño", decía.
Pero también el apellido que adoptó en cuanto pudo nos dice algo sobre ese primer vínculo: incluyó primero el apellido de su madre, y luego dejó definitivamente el de su padre. Por último, fueron cientos las palomas que pintó antes de decidirse por una, cuando en 1949 realizó el cartel para el Congreso Mundial por la Paz que se realizó en París, y ése fue el nombre de su hija, Paloma, hija de Françoise Gilot, que nació ese mismo año.
Su vida alternó entre España y Francia: La Coruña, Barcelona, Madrid, Aviñón, Céret, Montrouge, Mougines, París, ciudad en la que se instaló en forma definitiva en 1904.
¿Quiénes fueron sus amigos?
A muchos de ellos los conoció en Barcelona, en un café que frecuentaba la bohemia llamado "Els quatre gats" : entre ellos Casagemas, un conflictuado pintor que terminó suicidándose, y Sabartés, el amigo inseparable que se transformará en su secretario, los poetas Max Jacob y Apollinaire, con quienes mantuvo una íntima relación durante muchos años, los hermanos Leo y Gertrude Stein, norteamericanos y ricos, que compraron muchas de sus obras. En París, era asiduo concurrente al bohemio café Lapin Agile, también frecuentado por artistas, poetas e intelectuales. Pero también conoció a artistas plásticos activos y muy considerados en su época. El más importante, Henri Matisse, con quien competía, en cierta forma, por el primer puesto en el reconocimiento. Pero además conoció a André Derain, otro artista del fauvismo, a Georges Braque, el pintor con quien elaborará luego el cubismo, a Joan Miró y Juan Gris, sus compatriotas, y a Paul Klee, a quien visitó en Berna, Suiza. Cuando incursionó en la escenografía lo hizo a través de Jean Cocteau, quien le presentó al empresario ruso Diaghilev y al compositor Eric Satie. En esa ocasión estuvo trabajando para el ballet ruso con la obra "Parade", pero también conoció al músico Igor Stravinsky, para quien realizó los decorados y el vestuario para su obra "Pulcinella".
Más cercanos aún en los afectos están sus mujeres y sus hijos. La primera de sus mujeres, Fernande Olivier, fue su compañera de los años difíciles, los del estudio en el Bateau Lavoir de la plaza Ravignan, en el barrio de Montmartre de París. Siete años después conoció a Eva Gouel, a quien llamaba Ma Jolie, y con ella se fugó antes de haber terminado con Fernande. En 1917 conoció a Olga Koklova, bailarina del Ballet ruso con quien se casó. A partir de entonces abandonó la vida bohemia. Al lado de Olga se transformó en un burgués y entró en la "alta sociedad". Olga fue también la madre de su primer hijo, Paul, que nació en 1921. Pero en 1923 conoció a Marie-Thérèse, una joven de 17 años con quien tuvo amores paralelos y clandestinos. La joven le dio una hija, María Concepción, a la que llamaron Maya (o Maia), y entonces se divorció de Olga y se separó de su hijo Paul. En 1936 conoció a la fotógrafa yugoslava Dora Maar, que también fue su modelo, además de su fotógrafa y amante. La joven Françoise Gilot entrará en su vida en 1943. Estuvieron juntos más de diez años, y de esa unión nacieron Claude y Paloma. Finalmente, y cuando la relación con Françoise estaba en crisis, conoció a Jacqueline Roque, su última mujer. Ella lo acompañará hasta 1973. Ese año Picasso murió en Mougins, Francia.
En relación con el reconocimiento artístico, social y económico, podríamos decir que lo tuvo todo, y en vida. Pero no podríamos ver en la evolución de su vida sólo una búsqueda de esos tres elementos, aun cuando hubiese disfrutado de ellos. El aparente "ascenso" desde el mísero taller del Bateau Lavoir de Montmartre hasta los departamentos elegantes o las villas y castillos, no deben llevarnos a engaño. Su camino hacia la obtención de esos pretendidos valores y el reconocimiento artístico y social hubiese sido más sencillo y rápido de haber continuado por el camino que su padre le marcara, apelando a su extraordinario talento para el realismo y la pintura académica. Pero eligió un camino mucho más áspero. Cuando produjo un verdadero cambio en su trayectoria artística, aquel que le permitió desembocar más tarde en el cubismo (según él mismo, su auténtica creación) con la obra Las señoritas de Aviñón, todos le dieron la espalda: sus amigos, los otros artistas, los marchantes. Sólo uno, el joven Daniel H. Kahnweiller creyó en él, y a partir de allí se convirtió en su único marchante.
Su trayectoria artística es errática, contradictoria, como él mismo, al menos a la vista de los estudiosos. Mencionábamos anteriormente su técnica extraordinaria y sus dotes para el realismo. La primera de sus mujeres, Fernande Olivier, cuenta que había realizado de ella un retrato de un parecido increíble, y que luego lo había escondido en un pequeño armario. Ese retrato está perdido, según ella relata en sus memorias[2]. Este hecho resulta curioso ya que en la misma época, cuando vivía con ella en su mísero estudio de la Plaza Ravignan, Picasso trabajaba en Las señoritas de Aviñón, y los retratos que hacía de Fernande, y a quien se conocía como la belle Fernande, no le hacían ninguna justicia en el parecido. Pero Picasso estaba "encontrando" el camino del cubismo y tratando de despegarse de la fidelidad a la realidad visible.
"Ciencia y caridad". 1897. Museo Picasso de Barcelona.
Desde sus primeros cuadros de estilo académico pintados en la adolescencia ("Primera comunión", "Ciencia y caridad" ) había revelado un talento extraordinario, pero él no continuó por ese rumbo[3]. Todos los estudiosos coinciden en que sus primeros "estilos" parten de lo que se conoce como el período azul, hacia 1902, cuando todavía no estaba instalado en París. A este período pertenecen, por ejemplo, La vida, El guitarrista ciego, El viejo judío y La planchadora. Si bien estas obras son hoy altamente valoradas, en aquellos días a todos les parecían tremendamente deprimentes, y nadie deseaba adquirirlas. Un poco más optimista parece el período rosa. Allí aparecen también personajes bastante misérrimos, como los del circo Médrano que solía frecuentar. Pero los colores pastel y una paleta más rica le otorgan una ternura más conmovedora y menos desagradable a la vista. Los volatineros, Familia de saltimbanquis y El organillero fueron pintadas en esta época.
Ya en 1907 se encuentra trabajando en Las señoritas de Aviñón. Esta obra aparentemente inacabada, incomprensible para muchos, inesperada, criticada y rechazada, marca el cambio de rumbo definitivo para el arte de Picasso. Al igual que todos los grandes maestros, Picasso se nutría de otras obras y otros estilos. Pero los recreaba y manipulaba hasta que "encontraba", como él mismo decía, lo que deseaba. La obra, que había comenzado llamándose "El burdel" muestra los resultados de la admiración de Picasso por las tallas africanas (que había observado en el Museo del Hombre de París) pero también hay alusiones a dos pequeñas obras del arte íbero, a las que se hará referencia más adelante, y que pertenecen a un episodio doloroso de su vida. El tratamiento de las figuras, su característica más importante, prenuncia el posterior cubismo.
Las señoritas de Avignon. 1907. Museo de Arte Moderno de Nueva York (M.O.M.A.).
Muchos discuten todavía si el cubismo fue un invento de Georges Braque o de Pablo Picasso. Lo cierto es que Braque fue el primero en realizar cuadros que hoy podrían ser llamados cubistas: se trata de una serie de paisajes pintados en L' Estaque, y que, según el propio Braque, ponían el arte a la altura de su talento (no tenía las dotes de Picasso para el dibujo). Estos cuadros fueron expuestos en 1908. Con todo, ambos comenzaron a trabajar juntos a partir de entonces para profundizar en ese rumbo en el que se habían encontrado viniendo de distintos lugares. Al principio se veían diariamente para intercambiar opiniones, mostrar sus obras y sus hallazgos. Luego trabajaban en el mismo taller. Tal era el entusiasmo por lo que hacían que hasta se olvidaban de firmar las obras, o las identificaban en el reverso. A punto tal que muchos observadores no podrían identificar tan fácilmente cuáles obras pertenecían a uno y cuáles al otro.
El cubismo de los primeros tiempos, llamado luego cubismo analítico o científico, dio obras como Busto de mujer, Depósito de agua, Mujer con mandolina, Hombre con pipa. Haciendo una apretadísima síntesis, podría definirse al cubismo como la búsqueda de nuevas formas de representación en la pintura que, sin alejarse de la referencia a la realidad (Picasso rechazaba hablar de "arte abstracto"), presentara sus elementos bajo una perspectiva nueva, sin respetar ninguna de las reglas del realismo ni de la perspectiva tradicional. Los elementos representados se mostraban fragmentados primero y recompuestos luego bajo nuevas reglas. Hacia 1913 Picasso introdujo otro cambio en su trayectoria: a partir de la invención del collage, el cubismo se transformó en cubismo sintético. Para muchos el cubismo perdió aquí la seriedad y el carácter "científico" de los primeros tiempos y dio paso a un arte mucho más decorativo. Lo cierto es que Picasso abandonó la dirección emprendida por los hallazgos del primer cubismo, mientras otros muchos artistas profundizaban en él: el propio Braque, Juan Gris, otro compatriota, Fernand Léger y Robert Delaunay.
A partir de aquí podría decirse que Picasso continuó un camino de búsquedas permanentes en las que aparecieron tanto técnicas realistas o clasicistas como pinturas "al estilo de" distintos maestros de épocas pasadas: Ingres, Manet, Velázquez, Delacroix, así como el uso de las más diversas técnicas y materiales: óleos, grabados, dibujos, aguafuertes, collages, ensamblados (utilizando materiales de deshecho), cerámicas, esculturas. Pero todas estas obras tenían el "sello Picasso". Realizó también decorados escenográficos y vestuarios de actores y bailarines (con Diaghilev, con Stravinsky). Los géneros que abordó son también muy variados, así como los temas: desnudos, retratos, paisajes, las corridas de toros, la tauromaquia, y el pintor y su modelo, el tema preferido de sus últimos años. Su febril entusiasmo por hacer y crear le permitió formar una colección incalculable, tanto en cantidad como en valor, y sus obras viajaron a los lugares más alejados del planeta. En aquellos lugares en donde había pasado alguna temporada, dejaba al irse muchas obras, y allí nacía un museo.
Cuando murió en 1973, había conocido la fama, el dinero y el reconocimiento. Muchas de sus obras habían recorrido el mundo, y otras muchas quedaron en Francia como pago de impuestos por su herencia.
(2ª parte)
______________________
2 comentarios:
Ecelente !
ESPERO QUE EL ARTE DE TODOS LOS ARTISTAS CADA UNO EN SU ESTILO SEA UNA FORMA DE CONSEVIR LO QUE SE DILUCILA EN ESE MOMENTO POR PARTE DE ESE ARTISTA YO TENGO DESAROLLADA LA VISION EN TRES D Y PUEDEO CREAR DE DADO POR ECHO UN ESTILO NUEVO ESPERO QUE ALGUN DIA NO MUY LEJNO EPUEDA DISFRTAR DE MI OBRA EN TODS LAS GLERIS DEL MUNDO SALUDOS PEDRO PABLO
Publicar un comentario